Rivadavia y un empate para sumar

El “Rojo” sumo en el clásico como visitante, sigue en las posiciones de vanguardia

El clásico pasó y la expectativa de afuera superó a lo que se vio dentro del campo de juego. El Linqueño jugó 55 minutos con uno más y tuvo su momento al cierre del primer tiempo. Rivadavia lo aguantó bien en el complemento y casi no sufrió. La fricción y los roces estuvieron a la orden del día. Del Potro en el local y Assandri en la visita, los expulsados. Empate clásico. Ese podría haber sido el título de la nota. Un cero en todo, apenas cuatro situaciones de gol y dos equipos que no pudieron dar tres pases seguidos. Pero a todo eso se le agregó una fricción constante. Hacha y tiza, entonces. El Linqueño y Rivadavia regalaron un encuentro intenso y casi siempre mal jugado. Por eso, el 0 a 0 final no sorprendió ni a propios ni a extraños. Fue malo lo que se vio. Sin lugar a dudas el enorme marco de público superó a los futbolistas, que dejaron todo, pero con escaso nivel técnico. Por eso, todo se redujo a la pelota parada. Desde allí llegaron las dos primeras jugadas. En principio, con Millares y su tremenda pegada para un tiro libre que se estrelló en el ángulo; luego Barboza respondió y su centro envenado no fue empujado por ningún compañero. Apenas 10 minutos y nada más hasta los 43. Porque en esos 33 minutos, los dos sólo metieron, corrieron y no dejaron espacios. Tomaron la pelota como un objeto a recuperar, para luego volver a hacerlo una y otra vez. Hasta que, a los 32, hubo un tumulto en el área, Perujo y Assandri vieron la amarilla y dos minutos más tarde el defensor visitante atendió al punta linqueñista. Segundo cartón y roja. Eso cambió la lógica del partido, porque, con el hombre de más, el CAEL encontró en Carpata a un jugador clave. Dos desbordes y una doble atajada de Starópoli ahogaron el grito sagrado. Fue el momento albiazul. Lo dejó pasar. En el complemento todo volvió a su esencia, porque Rivadavia se plantó bien en su campo y no le dio espacios a un local que jamás supo qué hacer con el balón. El Linqueño abusó de la pelota cruzada, no tuvo un fluido circuito de juego y sólo apostó a la pelota parada. La visita sólo se dedicó a defender, retrasó a Castaño, que hizo una doble función, pasó a Roca de cuatro y a López Quintero de tres, y tuvo una línea de tres volantes que rascó como pudo. Porque muchas veces los volantes externos terminaron como marcadores de punta, sobre todo Graziano, que luchó mucho con Carpata. En la ofensiva, el Albirrojo soñó con alguna apilada de Visser. Lo cierto es que el encuentro se fue pasando y las opciones de peligro se redujeron a los centros. El CAEL ganó mucho en el área de enfrente, pero sin puntería. Schiavi trató de darle tenencia al equipo con Rinaldi y Velázquez, pero tampoco funcionó. El partido sólo daba para correr, meter y no equivocarse. Y, como nadie pifió, el gol faltó. El Linqueño y Rivadavia volvieron a verse las caras otra vez. Un cotejo que sólo será recordado por la pasión que hubo fuera del campo de juego.

El Linqueño P. Del Potro Badano Manavella Nahra Llanos Carpata G. Del Potro Valli Valdez Millares Perujo Suplentes: Comesaña, Bihurriet, Romero, Serrano, Álvarez, Salazar y Moyano. Expulsado: ST, 44m, G. Del Potro.

Starópoli Assandri Colapietro López Quintero Roca Tolosa Castaño Véliz Graziano Barboza Visser DT: Fabio Schiavi Suplentes:

Trinajstic, Citterio, Campos, Ferrari, Rinaldi, Velázquez y Ronzano. Expulsado: PT, 35m, Assandri.

Fuente y Foto: Lincoln Deportes 

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