Con gusto a poco

Sarmiento tuvo que sobreponerse, como en los últimos partidos, a las contingencias adversas que se le presentan. Primero la lesión de Hugo Brizuela a los 25 minutos del primer tiempo y luego el error de Emanuel Martínez en el segundo tiempo, que posibilitó el penal que Carlos Aldonate cambió por gol a los 21 de esa etapa.

En el primer tiempo Sarmiento generó situaciones por medio de sus extremos, estaba clara la idea de que Garavano se lleve por delante a los centrales para posibilitar de esta manera el ingreso por las bandas, tanto de Brizuela por izquierda como de Cañete por derecha.

Brizuela contó con una muy clara antes de la lesión; su remate se fue apenas junto al poste izquierdo del arquero Lencina, que fue la gran figura del partido. Después Cañete también contó con dos remates que se fueron cerca del mismo palo.

Cañete fue desequilibrante por su sector, y con algunas combinaciones interesantes con Liva, se las arregló para complicar siempre al fondo visitante. Atrás, Córdoba mostró seguridad y solvencia para salir jugando a pesar de su tiempo inactivo en este torneo. Y los centrales no sufrieron demasiados sofocones, más que por la presencia inquietante de Romero en San Lorenzo.

El visitante desarrolló el esquema habitual que realizan los equipos que vienen a jugar en esa condición: no complicarse en el fondo, abroquelarse bien y salir con sorpresa de contragolpe. Este último ítem no tuvo efecto en la primera etapa.

En el complemento, San Lorenzo decidió plantarse un poco más adelante y esto permitió que se liberaran espacios; Garavano, con un remate potente abajo y bien dirigido, hizo estirar a Lencina, que desvió la pelota al tiro de esquina.

El partido era más parejo pero siempre con leve predominio del local; hasta que llegó el yerro garrafal de Martínez que primero quiso despejar, lo hizo en forma defectuosa y se la dejó a Romero, que al internarse al área cayó derribado por la falta del propio capitán del Decano. Aldonate, con un sutil toque, venció a Ponzio y cambió la pena desde los doce pasos por gol a los 21 minutos del segundo tiempo.

A partir de allí Sarmiento apuró los caminos, entró en la desesperación lógica de la impotencia por querer torcer una historia que se presentaba harto desfavorable, una historia para la cual no había contribuido y que se aproximaba a un triste desenlace final.

Hasta que apareció la cabeza salvadora de Rodríguez, que ingresó por Córdoba, y luego de la buena arremetida de Killer sobre Lencina, el delantero la pudo empujar al gol para decretar el empate que igualmente sabe a poco, pero ayuda en algo para que los ánimos no sean tan depresivos en estas dos semanas que habrá por delante previo al duelo contra Gimnasia.