El final fue donde partió y donde seguirá estando

OPINIÓN – Lucas Bendayan

Pablo Aimar no eligió el Monumental. Tampoco el Estadio de Mestalla del Valencia, ni la casa del Benfica, ni el club malayo Johor Darul Takzim. Ni siquiera optó por una despedida con Messi, quien tranquilamente hubiera accedido por ser su ídolo desde pequeño.

El Payaso no lo dudó nunca. Desde que arrancó su larga y exitosa carrera futbolística siempre supo que el último partido de su vida como profesional lo iba a jugar en  Estudiantes de Río IV, su club, su ciudad. Porque ahí nació. Porque el Estadio Ciudad de Río IV lo conoce de memoria. Porque no sólo lleva un vínculo con los que están dentro de la cancha, entre ellos su hermano Andrés, y un par de amigos y familiares que se emocionan muchísimo desde la platea, como el Payo, su padre. También conoce al kioskero que está en lo alto de la popular con su hijo pequeño, al diariero que desde chiquito lo sigue en inferiores y que no quería perderse el último partido de su ídolo. Hasta Marcelo Bielsa se hizo presente, a quien tiene como uno de los técnicos más importantes de su carrera.

«Se termina una etapa acá. Ellos me acompañaron para todos lados y le quiero agradecer», expresó Pablo al finalizar el encuentro. Porque los tiene en su memoria, por siempre, por más que durante años haya vivido en otros continentes. Porque son parte suya. Y lo serán siempre. Ese sentimiento de identidad es único e irrepetible.

Y todos ellos lo disfrutaron. Se dieron el gusto de verlo dar sus destellos de calidad: el caño que hizo al inicio del partido, el remate de derecha tras un gran enganche y varias habilitaciones sacadas de la galera. Todos gozaron de su excelente juego. Hasta los jugadores rivales de Sportivo Belgrano, ni bien terminó el partido, le pidieron una foto. Pero lo más importante fue que Pablo disfrutó de su gente, de los más de 10 mil hinchas que se hicieron presentes.

«Para mi salió bien porque pude jugar un rato con mi hermano. Y les agradezco a toda la gente de Río IV porque me tratan como uno más». Es que en Río IV no es Pablo Aimar. Es Pablito. Es el chico que nació en la ciudad y fue un crack con la pelota, y lo seguirá siendo. «El final es donde partí», eligió para despedirse. Pero aseguró que no partirá nunca. Afirmó que seguirá siempre vinculado con el León, desde otro lado, es cierto, pero continuará siempre porque es parte suya.

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