Fútbol de ascenso del interior: el amateurismo como condición

Mientras la atención de los futboleros está centrada en los posibles beneficios que recibe Boca Jrs. en la Superliga argentina, el fútbol del interior acaba de ser objeto de un eufemismo que parece ser la norma descriptiva en estos últimos años.

Bajo la palabra “reestructuración”, el Consejo Federal de AFA, ente regulador de los torneos de ascenso (Federal A, B y C), acaba de eliminar las dos últimas categorías que otorgan la posibilidad de ascender a las competencias más altas de este deporte. Según se anuncia en la resolución del CF, la disputa de los Federales B y C dejará de existir y será reemplazado por un torneo Regional Federal Amateur que daría inicio en el verano de 2019. Una medida de esta naturaleza pone en jaque la fuente laboral que gira alrededor de los más de 160 clubes que participan en el Federal B y otro número mayor en el Federal C. Jugadores, entrenadores, preparadores físicos, utileros, árbitros, cancheros, como también las empresas de indumentaria que trabajan exclusivamente con el fútbol del interior, se verán afectadas por esta nueva norma.

Pese a este grave efecto laboral que producirá, la medida impacta, a su vez, en la posibilidad de federalizar el fútbol y, al mismo tiempo, evidencia el desconocimiento que existe sobre estas categorías. El formato del Federal B y C tiene como antecedentes inmediatos los Argentinos B y C, los cuales dejaron de existir en 2014 con el estreno de este último formato. Si bien los Federales tienen una historia reciente, los clubes que han participado en su versión anterior vienen impulsando, con altibajos económicos propios de nuestro país, prácticas que ayudan a la posibilidad de profesionalización. Aunque un gran porcentaje de jugadores, entrenadores y árbitros todavía precisan trabajar en otro rubro, progresivamente, se ha comenzado a ver que los clubes intentan conformar planteles con jugadores exclusivamente dedicados a la competencia. Esos esfuerzos han estado concentrados en gestionar licencias deportivas de aquellos jugadores que dependen de la estructura estatal o bien estableciendo acuerdos con sectores privados en los cuales los jugadores mantienen relaciones de dependencia. En vez de excluir a quienes se les podría dificultar una participación óptima (entrenamiento, alimentación, descansos, concentración, etc.), muchos clubes del interior han pretendido generar estas condiciones. Desde luego, este derrotero ha encontrado caminos dispares, truncos y, hasta incluso, rotundos fracasos. Sin embargo, ese intento ha colaborado en un lento, pero sostenido proceso de profesionalización.

El fútbol de ascenso supone una fuente de trabajo tan genuina como cualquier otra. Pese a que aún se convive con la dicotomía entre jugar y trabajar, este hecho no puede ocultar o inhabilitar la posibilidad de avanzar sobre los derechos laborales de aquellos que trabajamos en este nivel del fútbol argentino. Ejercer el fútbol en el interior pareciera entenderse como algo contrario al trabajo y sólo representar un mero entretenimiento o pasatiempo. Precisamente, este supuesto parece refrendarse en la propuesta del CF al adjetivarlo como ‘amateur’. La “reestructuración” del fútbol de ascenso colabora en la desapropiación del discurso laboral y ayuda al mito liberal del esfuerzo individual. La amateurización expropia la posibilidad de confrontar con las instituciones en la dimensión laboral y da paso a la comprensión de la actividad deportiva como una acción de gusto, subjetiva, libre, individual y desinteresada. Los viejos refranes del amateurismo como jugar “por la camiseta”, “por amor al club” o “por la familia, el esfuerzo y el grupo”, contienen la peligrosa legitimación estética de un discurso que impide el reclamo laboral. Luc Boltanski y Evé Chapiello, a finales de los años 90 en El nuevo espíritu del capitalismo, sostenían que el capitalismo actual antes que exigir el trabajo disciplinado y regulado en los marcos institucionales pretende más bien la creatividad, la espontaneidad y el desarrollo de emociones que innoven el mercado. Así, en lugar de estandarizar al sujeto de acuerdo con modelos socialmente establecidos, el nuevo espíritu del capitalismo produce la compulsión a la autorrealización creativa bajo el signo de la competencia. Los sujetos, por lo tanto, ya no obedecen cumpliendo con un régimen o siguiendo reglas, sino creando una tarea por iniciativa propia. Del mismo modo, el discurso del amateurismo que inspira la “reestructuración” del fútbol de ascenso enfatiza dicha iniciativa individual. Así, el trabajo deportivo se vuelve un ejercicio estético individual de adhesión a la camiseta, el club, la hinchada o cualquier otro elemento pasional que pasa por alto las condiciones materiales que allí se están disputando, tales como el trabajo rentado, seguro médico, vivienda, lugar de trabajo, etc., que la relación institucional debería garantizar, o por lo menos, ofrecer.

La medida del CF pone en marcha un proceso que ya ha pasado por la ciencia, la industria, la tecnología, la educación, entre otros ámbitos de nuestro país. Por medio de la retórica del cambio, la transparencia, el sinceramiento, y otras expresiones más criollas como “se acabo la joda para unos pocos”, el presidente del CF Pablo Toviggino justificó la medida en una entrevista a “Interior futbolero” en Radio Trending Topic el viernes 23 de febrero. El dirigente sostiene que la determinación fue analizada en profundidad y busca fortalecer el rendimiento deportivo de cada liga provincial. También afirmó que los Federales se habían vuelto insostenibles tanto en lo económico como por la pérdida de interés del público. Pese a las razones de Toviggino, no del todo inciertas y muchas de ellas razonables, la determinación del CF parece obviar los distintos reclamos que se organizaron en los últimos días a través del lema “no matemos al fútbol del interior”. Dicha manifestación, organizada esencialmente por los jugadores de estas categorías en las redes sociales, expresa la convicción de evitar la consideración amateur de sus fuentes laborales. Jugar no es sólo una cuestión de gusto, diversión o una iniciativa individual. Practicar fútbol en el interior supone el desarrollo de una fuerza de trabajo. Trabajo y gusto no parecen aquí ser un matrimonio feliz. Disfrutar del trabajo o, como dicen la mayoría de los jugadores, “trabajar de lo que me gusta” en la Argentina del cambio parece reducirse progresivamente a una o dos categorías del deporte más popular del país.

Naím Garnica – Docente en la Universidad Nacional de Catamarca y jugador de fútbol