ESTUDIANTES 0-4 JUVENTUD

El Auriazul venció a Sportivo Estudiantes por 4 a 0 en el Juan Gilberto Funes de La Punta. Marcelo Eggel, Juan Pablo Gobetto, Damián De Hoyos y Federico Guerra los autores de los goles.

Era un duelo de necesitados. El Albiverde último en la tabla de posiciones y sin ganar en el torneo tras 8 fechas disputadas; y el Juve, después de 4 partidos sin conocer la victoria y de tres sin convertir.

Con el objetivo de encontrar una inyección anímica de cara a lo que viene, Juventud salió con otra predisposición a jugar el partido.

Fue superior durante toda la primera mitad, pero careció de eficacia. Tuvo el dominio del balón y de pelota parada complicó a un Estudiantes afligido y apático.

En el complemento, el entrenador del Albiverde, Sebastián Pena, vio que su equipo era superado y puso en cancha a Recalde en lugar de Francisco Lucero para formar una línea de 5 en el fondo.

Sin embargo, la tónica del encuentro siguió siendo la misma. Un Juventud superior y que tuvo su premio a los 60´cuando Marcelo Eggel marcó de tiro libre y rompió el cero. La pelota picó antes de ingresar y nada pudo hacer Pablo Adasme.

El Auriazul olió sangre y siguió dañando a un Estudiantes lastimado y sin respuestas. Una infracción infantil de Agustín Briones sobre Juan Pablo Gobetto dentro del área derivo en la sanción de penal a favor del visitante y expulsión por doble amarilla para el hombre Albiverde.

De Hoyos se hizo cargo de la ejecución. Se lo atajó Adasme, pero en el rebote y de cabeza Gobetto marcó el 2 a 0 a los 72´.

Tuvo revancha el goleador de Juventud, Damián De Hoyos que de penal puso el 3 a 0 a los 75´. Para decorar el resultado final, apareció Federico Guerra a los 89´para liquidar el duelo.

La figura, Misael Sosa. Un partido que Juventud dominó de punta a punta y se lleva un triunfo importante para seguir en zona de clasificación y que sirve de envión anímico

Estudiantes se fue cabeza gacha. Último en la tabla de posiciones y derrota en el clásico que pone entre las cuerdas al cuerpo técnico.

FUENTE: El Chorrillero