«A los del interior nos cuesta el doble»

Facundo Monteseirín, defensor de la Selección Sub 20 surgido de Alianza de Cutral Có, contó lo difícil que se le hizo llegar. «Es duro acostumbrarse al cambio. Extrañaba mucho de chico», expresó. Y también se refirió al flojo presente del Gallo: «Me preocupa. Alianza merece estar mucho más lejos». Quiere terminar su carrera en el Celeste.

 

-Vas a represantar nuevamente a la Argentina, pero ahora en un Mundial…

-Sí, la verdad que será una experiencia muy linda. Todo jugador sueña con jugar en Primera y llegar a lo más lindo: la Selección. Se me dio este año la oportunidad de jugar en el Sudamericano, donde gracias a Dios nos fue bien, y ahora tenga esta chance en una Copa del Mundo. Espero estar a la altura y rendirle al técnico para seguir ganándome su confianza.

-¿Ya sabías que ibas a Nueva Zelanda o estuviste con la duda hasta último momento?

-Uno nunca está confirmado. Hay algunos chicos que fueron al Sudamercano y que ahora no están en la lista mundialista. Por eso uno se prepara día a día sin bajar los brazos, con la intención de estar siempre ahí.

-¿Qué significa Alianza de Cutral Có para vos?

-Es el club del cual soy hincha desde chiquito. Ahí empecé a jugar al fútbol, aunque no tuve la chance de llegar a Primera ahí. Es el club que amo de mi pueblo.

-¿Cuánto tiempo jugaste en el Celeste?

-Jugué ahí desde los 10 años, disputando la Liga Lifune. Después pasé a Pérfora, donde llegué a Primera.

-¿Cómo viniste a Buenos Aires?

-Empecé a viajar a los 12 años. Primero vine a Tigre, pero estuve poco tiempo y me volví porque extrañaba a mi familia. Después a los 14 fui a Gimnasia para jugar en las inferiores de AFA. Pero me volvió a pasar lo mismo, extrañaba. El primer club en el que realmente me quedé es Boca, donde estuve dos años hasta que llegué a Lanús.

-¿Por qué creés que se te hizo tan difícil adaptarte?

-Porque es un cambio muy grande pasar de un pueblo chiquito como Cutral Có a Buenos Aires. Cuesta acostumbrarse, pero por suerte tuve el apoyo de mi familia, que me acompañó en todo momento para poder cumplir mi sueño.

-¿Qué diferencias notás entre el fútbol regional con respecto al de Buenos Aires?

-Cambia muchísimo. Allá sólo pensás en que llegue el fin de semana para juntarte y jugar. Acá es otra cosa, esto para mí es un trabajo en el que hay que cumplir día a día. Es muy diferente, aunque siempre se trata de lo mismo: de patear una pelota, que es lo que más nos gusta.

-¿Se hace más difícil llegar para un pibe del interior?

-Sí, obvio. Nos cuesta el doble. Primero está la parte económica, es un gasto bastante grande venirse. Y también está el cambio, es difícil acostumbrarse a estar sólo y conocer tanta gente nueva.

-¿Cuál es tu vínculo hoy con Alianza?

-Siempre que voy para el pueblo, paso por el club. Más ahora que está mi tío de vicepresidente.

-¿Sos de seguir al Gallo en el Federal A?

-Sí. Tengo mucha gente del club en el Facebook y contactos que me van contando cómo le va al club. Mucho no lo puedo ver porque no hay tantos medios que lo pasen, pero en lo que puedo, pregunto.

-¿Te preocupa el presente de Alianza en el Federal A? (2 puntos en 9 fechas)

-Sí, mucho. Alianza merece estar mucho más lejos de lo que está. Quizás no se hicieron bien las cosas, pero ahora tengo familiares en la CD. Espero que hagan bien las cosas.

-¿Tenés pensado darte el gusto algún día de jugar en Alianza?

-Sí, obvio. Quiero terminar de jugar al fútbol ahí. Espero que se dé.

-¿Estás al tanto de que Petrolero (clásico de Alianza) se bajó del Federal B?

-Sí, me enteré de cómo está. Si bien soy hincha de Alianza, Petrolero es un club de mi pueblo y también le deseo lo mejor. También espero que la CD ahí haga las cosas bien, así los dos clubes llegan adonde se merecen estar.

-¿Por qué te pusiste la camiseta del Gallo cuando salieron campeones del Sudamericano en Uruguay?

-Porque uno no tiene que olvidarse nunca de donde salió. No se saben las vueltas del fútbol: podés estar muy bien, pero al otro día quedarte sin nada. Por eso hay que acordarse de la gente que estuvo siempre. Fue un humilde presente para que el club sepa que lo llevo en el corazón.

-¿Lo harías nuevamente en Nueva Zelanda?

-Por supuesto. Me voy a llevar una camiseta. Promesa cumplida.

 

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