Apostar a la continuidad fue la fórmula del éxito

Después de 14 años ininterrumpidos en la tercera categoría del fútbol argentino, Juventud dio el saltó a la B Nacional. Dirigentes, jugadores y cuerpo técnico, los responsables de este salto histórico. Ahora deberá jerarquizarse para no volver.

twitterPor Andrés Acosta (Corresponsal de Juventud Unida)

 

 

Un año atrás, este corresponsal escribía un duro editorial acerca de lo que había sido el fracaso de Juventud en el «torneo corto» que entregó siete ascensos a la B Nacional. Es que en ese entonces, el Juve venía de disputar una final vs. Guaraní Antonio Franco en junio de 2014 y en el armado (o desarmado) del equipo para la temporada que llegaba, muchos jugadores claves no fueron retenidos y el equipo del Bajo no estuvo en la pelea por el premio mayor.

Este año, y después de aquella experiencia, los directivos auriazules apostaron por la continuidad, una fórmula que le sirvió a Santamarina de Tandil, Brown de Madryn o Sportivo Belgrano de San Francisco, por citar algunos ejemplos exitosos de la categoría. Continuidad que significó renovarle la confianza a Pedro Dechat como entrenador y también a jugadores que fueron parte del «proyecto ascenso» desde su inicio, tales como el Pini Aguirre, Emmanuel Reinoso, Fernando Labaké, Marcos Cabrera, los uruguayos Salgueiro y Peralta, quienes se acoplaron a los históricos como Marcos Fernández, Gabriel Ojeda, Walter Figueroa, el Chucky Aguirre, Nicolás Inostroza, entre otros, y que se vieron potenciados por la llegada de un líder como Carlos Casteglione.

No fue un camino fácil, porque tras la llegada de más de 10 refuerzos para el modelo 2015, los resultados no se dieron en las primeras fechas y Dechat parecía tener las horas contadas. La dirigencia volvió a apostar por la continuidad, por darle confianza al entrenador que había elegido y los resultados comenzaron a aparecer. Y tal es así, que el Juve terminó la Primera Fase en tercer lugar, sólo detrás del poderoso Talleres y el efectivo Defensores de Villa Ramallo.

Ya en el Tetradecagonal, Juventud tuvo altibajos: peleó cabeza a cabeza durante las primeras fechas, tuvo un bajón y se recuperó sobre el final, logrando quedar como segundo mejor clasificado tras el ascenso conseguido por Talleres. Algo sumamente positivo pensando que en los cruces finales, sólo tenía por encima a Defensores de Villa Ramallo y contaba con la posibilidad de definir como local todas las series, menos en el caso de enfrentar al Granate, claro está.

En ese trayecto, encontramos aciertos dirigenciales que fueron trascendentales. Primero, tras la grave lesión de Pablo Marisi, los popes auriazules se movieron rápido y consiguieron el cupo para reemplazarlo. Así fue que llegó Cristian Tarragona, una especie de Mesías que tuvo Juventud para el tramo final del torneo (convirtió 10 goles y fue el héroe en la remontada vs. Deportivo Madryn marcando cuatro goles).
Luego, se dio algo que se le reclamaba a Juventud desde hace muchos años, tal como es la presencia en AFA. En la previa al partido vs. Talleres por el Tetradecagonal, puntanos y cordobeses venían peleando palmo a palmo por el liderazgo y atentos a no ser perjudicados, dirigentes de Juventud se instalaron días antes en el Consejo Federal para que no haya nada raro en la designación del árbitro. Este tipo de actitudes brindaron tranquilidad y probaron que todos estaban alineados en la búsqueda del ascenso.
En tercer lugar, la contratación del vuelo chárter (lo hizo en los dos torneos anteriores también) para encarar el largo viaje a Puerto Madryn (1200 kilómetros) que le posibilitó al plantel transitar vía aérea un largo recorrido en sólo tres horas, evitando las 23 que hubieran significado recorrerlas en micro. Fue trascendental en la serie frente a los chubutenses, que venían de jugar en Chaco días antes y que pese a estar 3-0 arriba tanto en la Ida como en la Vuelta, fueron eliminados por Juventud gracias al épico 5-4 en el Bajo.
Claro que no todo fue color de rosa, ya que el Juve no estuvo ajeno a las complicaciones económicas que azotan a los clubes del ascenso y no la tuvo fácil a la hora de pagar los sueldos en el último trimestre del año, situación que le hizo vivir horas complicadas a un plantel que supo sobreponerse.

Finalmente, llegó el premio mayor tras ganar la final 3-1 en el global frente a Unión de Sunchales. Más de 15.000 personas vivieron una verdadera fiesta en el Bajo y se desahogaron después de tantos sinsabores en el Federal A.

Por delante se viene un importante desafío para todo Juventud, quizás, el más difícil de su historia: afrontar el Nacional B. Si bien habrá mayores ingresos por los derechos televisivos, se trata de una categoría profesional en la que al menos 20 jugadores deberán tener contrato registrado en AFA y luego del «año de gracia», el club tendrá que presentar categorías juveniles para competir en AFA. No será fácil, las exigencias serán enormes, pero nadie duda que tanto dirigentes y allegados harán lo imposible por conservar este logro que se negó durante tantos años.

Ejemplos de éxitos y fracasos en estas circunstancias sobran. Equipos que después de luchar por años para llegar a la segunda categoría no jerarquizaron su plantel y a los pocos meses descendieron, como es el caso de Unión de Mar del Plata, Guaraní Antonio Franco, Gimnasia de Mendoza o el mismo Talleres hace poco más de un año. O por el contrario, instituciones que entendieron de entrada que la B Nacional no es lo mismo que el Federal A y categorizaron su cuerpo técnico y plantel, por más triste que pudo resultar. Equipos como Santamarina de Tandil, Patronato de Paraná, Boca Unidos o Douglas Haig, que hace poco tiempo jugaban en el Federal A (antes Argentino A), son claros ejemplos que tendrá Juventud para imitar y así evitar volver rápido a ese lugar del que quiso irse durante más de una década. Es que además, por algo existen las distintas categorías en el fútbol argentino.

Por eso, y luego de definir un presupuesto, será vital la decisión que se tome en torno a la continuidad o no del entrenador, una decisión que dará origen a lo demás teniendo en cuenta que es él quien elige a los jugadores (el torneo que se viene será 6 meses y además de que no habrá un receso para incorporar, los contratos deberán ser de 18 meses), por lo que equivocaciones en este tipo de decisiones y/o contrataciones serán determinantes y no tendrán marcha atrás.

Claro que este pedido de jerarquización no es una contradicción a la continuidad exitosa que se analiza y venera en este editorial. Simplemente que las experiencias de otros clubes son el mejor ejemplo para tomar o dejar y a partir de ahí, conservar con uñas y dientes el logro obtenido, o dejarlo escapar.