Gunnar Nielsen, el jugador de Dinamarca que lleva a Guaraní en el corazón

El volante misionero se convirtió en un verdadero trotamundos y forjó una increíble historia: tras iniciarse en el Argentino B con la Franja, emigró para jugar en tierras nórdicas, pero antes pasó por la remota liga de las Islas Feroe y hasta tuvo una prueba en Boca. Ahora se desempeña como futbolista y técnico al mismo tiempo en el ascenso danés.

[su_column size=”1/4″][indeed-my-team team=’cristian-castrillon’ order_by=’date’ order=’ASC’ limit=’10’ show=’name,photo,description,job,social_icon,skills’ page_inside=’0′ inside_template=’IMT_PAGE_TEMPLATE’ theme=’theme_1′ color_scheme=” slider_set=’0′ columns=’1′ ][/su_column]

El fútbol es un enorme contenedor de sueños. Una pelota, dos arcos y un soñador. Todos esos elementos, en consonancia con el libre albedrío del destino, pueden convertirse en un indescifrable disparador de caminos. Las historias de algunos jugadores pueden dar cuenta de ello. Uno de esos relatos que parecen ficción es el de Gunnar Nielsen, un futbolista misionero que se inició en el Argentino B con la camiseta de Guaraní Antonio Franco y que hoy se desempeña como jugador y técnico en un equipo del ascenso de Dinamarca. Sin embargo, antes de todo eso tuvo otras excéntricas experiencias: registró un breve paso por Italia, se probó en Boca gracias a una gestión del Chino Benítez, jugó en Suecia y hasta pasó por la liga de las Islas Feroe, un país autónomo ubicado en un diminuto archipiélago que flota en las aguas del Atlántico Norte. Desde tierras danesas, Gunnar habló con Interior Futbolero y contó cómo es la vida de un jugador argentino perdido en las ligas de los países nórdicos.

Con apenas 16 años, el volante de Misiones comenzó su carrera en Guaraní. Lo que vino después parece salido de un cuento. Apenas había jugado un puñado de partidos con la camiseta de la Franja cuando le surgió la posibilidad de ir a una prueba en Italia. El club en el que tuvo un par de entrenamientos fue Colonia Venetta. Allí pasó la prueba, pero un problema de papeles con la ciudadanía no le permitió prolongar su estadía. Ya de regreso en Argentina, Gunnar fue invitado por el Chino Benítez para una prueba en Boca, aunque ahí tampoco pudo concretar su deseo de jugar al fútbol. “Fue muy duro no quedar, pero hoy creo que esas experiencias me hicieron más robusto desde lo psicológico”, afirma, al tiempo que se esfuerza por recordar sus inicios en el deporte.

Esos primeros intentos frustrados lo hicieron dudar, aunque unos pocos meses después llegó su gran oportunidad. “Desde chico les decía a mis hermanos que iba a jugar en Europa. Cuando terminé la secundaria esa era mi meta y la quería alcanzar sea como sea. Mis abuelos eran daneses y también tengo un primo que vive acá, así que este país nunca fue algo remoto para mi familia. Entré en contacto con ellos y me vine para acá”, rememora. Durante 2002, mientras se amoldaba a la vida en Dinamarca, le surgió la chance de jugar en Kolding FC, un equipo de la tercera división. Allí fue dirigido por Richard Nielsen, el técnico que conquistó la Eurocopa 1992 con el seleccionado danés. A partir de esa primera experiencia, todo fue mejorando.

gunnar 2

Su nueva vida no fue para nada fácil en los comienzos. Las costumbres y el idioma fueron algunas de las barreras culturales que complicaron sus primeros años en Dinamarca: Al principio fue muy duro. Me costó bastante, pero yo tenía ganas de aprender y esa actitud me llevó muy lejos”. “El sólo hecho de entrar a un vestuario sin conocer el idioma y sin conocer a nadie es muy difícil. Al principio sólo entendía con señas. A veces algún compañero se animaba a tirar algunas palabras en castellano”, agrega el jugador de 32 años.

Con el correr del tiempo, el mediocampista argentino consiguió echar raíces en suelo danés y hasta se casó y tuvo dos hijas: “Al principio mi idea era venir sólo dos años, pero me enamoré del país y de su cultura. El fútbol de acá me dio posibilidades que nunca habría tenido en Argentina”.

Luego de casi cuatro años en Dinamarca, Gunnar decidió que era hora de probar otros exóticos destinos futbolísticos. Por eso emigró para jugar en tres clubes de las Islas Feroe, un diminuto país de apenas 48.000 habitantes. “Estuve allí tres años, en un lugar remoto que jamás pasó por mi imaginación. Las islas son increíblemente hermosas. Ahí se juega en pasto sintético, y la liga tiene sólo tres divisionales. Imitan mucho al fútbol inglés y buscan un juego directo y muy físico”, recuerda. Después de esa increíble experiencia, jugó una temporada en Suecia y más tarde regresó a suelo danés para asentarse definitivamente.

gunnar 3

La actualidad lo ubica en una posición difícil de imaginar: es jugador y director técnico al mismo tiempo en Hillerod, un club del ascenso del país nórdico en el que se desempeña desde 2014. “Nunca hubiese imaginado esto. Me recibí de técnico UEFA hace unos años y por una lesión empecé a ayudar al cuerpo técnico de aquel momento. Por una casualidad terminé como entrenador. Después me recuperé, volví a jugar y me incorporé al entrenamiento como uno más”, cuenta Gunnar, quien no abandonó su cargo pese a su retorno a las canchas. Ahora convive con las dos responsabilidades y hasta logró un ascenso de categoría en su primera temporada al frente del plantel: “Logré el título y ahora voy por el segundo año. En un partido me cambié a mí mismo y fue un éxito. Estoy bien físicamente y tengo claro cómo quiero que juegue mi equipo. Hasta ahora estoy en mis planes como jugador”, comenta entre risas.

“Es un mito que acá los hinchas son más fríos. Los simpatizantes de Brondby y de Kobenhavn -los clubes de mayor convocatoria- son los más quilomberos, pero no llegan ni al 10% de lo que pasa con Boca y River. La gente va mucho a la cancha, pero demuestra la pasión de una manera más tranquila”, describe.

Su impresionante periplo por los destinos más exóticos que puede ofrecer el fútbol aún no termina. Con 32 años, Gunnar Nielsen tiene algunas cuentas pendientes, y tampoco olvida sus raíces: “Me hubiese encantado jugar en Guaraní otra vez, poder volver y ayudar al club con todo lo que aprendí como jugador y como persona en los diferentes lugares a los que me llevó la pelota. Jugaría ahí incluso la liga local. Cuando voy de visita y escucho a la hinchada se me eriza la piel. Seguí desde Dinamarca el ascenso a la B Nacional y también estuve prendido en el descenso. A la Franja la llevo siempre adentro, en donde quiera que esté.

P