Un Loco en la Ciudadela

Martín Palermo estuvo en 1995 a un paso de convertirse en jugador de San Martín de Tucumán, pero la negativa de un dirigente del Santo a pagar los 20 mil pesos del préstamo lo impidió. El goleador había marcado un tano en una práctica y hasta iba a debutar contra Morón, pero finalmente regresó al Pincha, antes de brillar en Boca.

La historia está escrita a base de decisiones. Pequeñas determinaciones en el día a día que al fin y al cabo terminan construyendo el mismísimo camino de la vida, rubricado constantemente por afirmaciones y negaciones. Éste es el relato justamente de un “no”, intrascendente quizás en su momento, pero marcado a fuego con la irrebatible testificación que dejó el paso del tiempo y el transcurso de una carrera que hoy se mistifica en leyenda: el día en el que San Martín de Tucumán le cerró las puertas a Martín Palermo.

Con 21 años y una breve trayectoria sin la continuidad deseada, el joven delantero tenía poco lugar en el Estudiantes dirigido por Miguel Ángel Russo y no dudó en buscar un nuevo rumbo. Sin embargo, parecía que las franjas rojiblancas iban a seguir siendo su uniforme, porque todo indicaba que el Santo tucumano, por aquel entonces en la B Nacional, sería su nueva casa. Es más, hasta ya había desarmado las valijas en la Ciudadela y se había sumado al plantel. La foto no deja mentir: el Loco ya era un ciruja. Sólo faltaba un detalle para que estampara una firma que posiblemente habría modificado completamente el horizonte de su exitosa carrera: que la institución del norte accediera a pagar los 20 mil pesos por el préstamo, cosa que nunca sucedió.

“Yo había viajado y hasta había hecho una práctica, en la que metí un gol. Me fue bien y el técnico estaba contento. El sábado arrancaba el torneo y ya estaba en el equipo. Era jueves. Si firmaba el viernes, jugaba”, recordó en más de alguna ocasión Palermo, quien hasta formó parte de la delegación que se instaló en Buenos Aires para el debut frente a Deportivo Morón. Pero, ¿por qué el goleador no selló su vínculo con San Martín? “Yo quería jugar, pero nadie se movía. Hasta que me reuní con un dirigente. Lo primero que me dijo fue: ‘¿Quién sos?’. Yo ya había entrenado y el tipo ni me conocía. Le comenté la situación y me preguntó qué había que hacer, y yo le contesté que había que pagarle 20 mil pesos a Estudiantes, pero él se negó.

Por aquel entonces, Palermo seguramente no era el histórico 9 que al tiempo deslumbró al mundo, pero el directivo al que el propio jugador hizo mención deberá agradecer de por vida el hecho de que ni Martín ni ningún otro compañero hayan sacado su nombre a la luz, porque en Tucumán no tendría perdón. “El que lo dejó ir, después nos decía que se quería matar”, contó alguna vez Juan Amador Sánchez, compañero de habitación (una o dos noches, no más) del refuerzo santo que jamás se concretó.

Según relata La Gaceta, el diario Clarín del sábado 26 de agosto de 1995 incluyó a Palermo en la posible alineación para la visita de San Martín a Morón. Irusta; Jiménez, Sánchez, Turdó y Míguez; Vaquel, Di Risio, Pereyra y Hernández; Palermo y Salgado, iba a ser el equipo para el encuentro ante el Gallito, aunque finalmente el Loco sólo acompañó a la delegación y a los días cerró su fugaz ciclo por el Santo, sin haber jugado ni siquiera un minuto. Y después, historia conocida: se consolidó en Estudiantes y pasó a Boca, donde brilló y hoy es el máximo goleador histórico (236 tantos). Cinco años más tarde, le convertía dos goles al Real Madrid en Japón y se consagraba campón del mundo, mientras la institución tucumana se dirigía rumbo a uno de los mayores desastres de su historia: el descenso a la Liga local, consumado en marzo del 2003.

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