En el primer tiempo, el albirrojo, jugando a gran nivel, se puso arriba en el marcador, pero no lo liquidó y dejó con vida a Deportivo Madryn, que en el complemento demostró porque es el solitario líder del Grupo y máximo candidato al ascenso.
Cuando se enfríen, cuando se sienten en sus casas a tomar un mate o un café y puedan leer más tranquilo este comentario, seguramente los jugadores de Sansinena y todo su entorno van a valorar el punto que lograron.
La visita de Deportivo Madryn, el solitario líder de la Zona 1 de este torneo Federal A 2021, fue el mejor parámetro para que el alirrojo de Cerri pueda medir con una misma vara su nivel futbolístico y su carácter teniendo en cuenta la fama y el peso específico calificado del rival que tenía enfrente.
El fútbol es futbol y muchas veces hay que cortar de raíz esos eufemismos baratos que surgen en la previa de un partido, como en el caso de hoy, donde se medían dos equipos separados por 15 puntos en la tabla de posiciones, uno candidato al ascenso contra otro que lucha a brazo partido por meterse entre los ocho clasificados.
Cualquiera podría decir: “Sansinena lo tiene que esperar, no le puede cambiar ataque por ataque porque le puede llegar a ir muy mal”, o “tiene que proponer un partido trabado y luchar la posesión del balón en el medio porque si le deja espacios a Deportivo se puede comer una goleada”.
La película tuvo otro argumento y la propuesta del conjunto cerrense estuvo muy lejos de los prejuicios apresurados de algunos ingenuos. Tras destapar los oídos y activar la maquinaria después de 10 minutos iniciales de sometimiento, el dueño de casa liberó tensiones y se le plantó al adversario con toda la intención de comerle el cerebro y de arrancarle el corazón.
En medio de un trámite vertiginoso y ante un rival intenso, Sansinena (que había empezado mal la tarde con la lesión del arquero Vaccaneo en la entrada en calor) eligió la fórmula que lo viene haciendo feliz: pelotazo al “Flaco” Delorte y derivación para Bianchi, su socio de ofensiva, o para alguno de los volantes lanzados en carrera.
Como por abajo fue muy difícil progresar, por la solvencia y la mayor densidad de “Depo” para cubrir espacios, los de Emiliano Ortiz eligieron ser directos y sorprender por arriba a una última línea que por no marcar escalonadamente casi se desangra por completo.
Ojeda salvó dos veces al sureño, hasta que Viera lanzó de zurda una molotov entre los centrales, Bianchi cuerpeó a Ruquet y, cuando se pudo perfilar, acribilló al ex arquero de River con un derechazo que se coló en un rincón y que gritaron hasta en San Juan, donde estaba jugando Olimpo.
Madryn, del que sospechan todos por haber ganado encuentros con “ayudines” arbitrales, esta vez no tuvo a ningún ángel guardián vestido de referí, porque en el primer tiempo le anularon dos goles (el asistente Nº 2, Leonel Suárez, levantó la bandera ante posiciones adelantadas, difíciles de delucidar desde nuestra posición, de Rocaniere primero y de Emiliano López después) que, tranquilamente, le podrían haber otorgado.
En el complemento la historia fue diferente. El aurinegro, filoso, decidido y con modificaciones de lujo, puso contra las cuerdas a un elenco local que trató de clausurar los laterales con los ingresos de Achares y Fede Pérez, pero la falta de aire se empezó a notar en el medio y los relevos no fueron suficientes ante los ataques de un forastero que ya había pasado de un 4-1-3-2 a un 4-3-3.
En ese momento se vio la mejor versión del vanguardista, que intercambió posiciones contantemente en ofensiva y atléticamente es un equipo todo terreno.
Lo empató Marinucci de cabeza y… ¿sabe qué?, el Depo no se animó a ganarlo, pese a tener viento a favor y ser beneficiado con los “pititos” dulces del juez principal Joquín Gil, quien por momentos cobró hasta los foules de las hormigas para que la visita meta el balón al área en cada tiro libre.
Su técnico, Ricardo Pancaldo, decidió cortar con la osadía ofensiva, armó un 4-4-2 y el puntero, ¡si el puntero del Grupo!, se terminó conformando con el punto.
Sansinena, que casi con los mismos once jugó tres partidos en una semana, estuvo a nada de enterrar al “Cuco”, al que le jugó de igual a igual y lo dejó besando el piso en un lapso largo de la fracción inicial. No pudo; loable igual.
Fuente: www.lanueva.com