El plantel tirolense emprendió viaje el viernes por la mañana rumbo al sur y debió recorrer miles de kilómetros con precarias comodidades: se trasladaron en un micro con asientos semicama y se alimentaron con pebetes de jamón y queso.
El Tigre de Ludueña atraviesa un duro presente deportivo, que lo ubica en una posición muy incómoda con el descenso. Incluso, el fin de semana pasado cayó como local por goleada 5-0 ante un rival directo como 9 de Julio de Morteros. Sin embargo, el plantel tirolense no sólo debe afrontar dificultades dentro de la cancha, sino que las cosas también se hacen cuesta arriba durante la semana.
De cara a un duelo importante contra Deportivo Madryn en el sur, los jugadores de Tiro Federal emprendieron un extenso viaje el viernes por la mañana -arribarán el sábado por la tarde- para llegar a la ciudad de Puerto Madryn. Hasta acá, nada que escape a la realidad que vive cualquier club del ascenso provinciano. Sin embargo, lo llamativo son las condiciones en las que afrontaron un traslado de miles de kilómetros, desde Rosario hasta la Patagonia: los futbolistas tuvieron que viajar en un micro con asientos semicama, preparados para brindar comodidad a pasajeros que se mueven en distancias cortas. Los asientos de estas formaciones prácticamente no se reclinan, por lo cual es muy complicado dormir en uno de ellos.
Además, en una de las tantas paradas que hizo el micro en el camino, el plantel rosarino almorzó de manera poco aconsejable para deportistas de alto rendimiento: el menú fue un escueto pebete de jamón y queso. Y como si esto fuera poco, la delegación se conformó solamente por 15 jugadores, el entrenador Pablo Castella y el preparador físico.
Tiro Federal deberá contentarse con llegar a Madryn en condiciones precarias, sin el descanso recomendado y con una pobre alimentación. Y encima deberán salir a la cancha a las pocas horas para defender los colores de la institución e intentar sumar unos puntos que den aire en la pelea por el descenso. Todo cuesta arriba.
