GIMNASIA (Mendoza) 1-0 ALMAGRO
A paso cansino, como resistiéndose a un destino que parecía inexorable, el plateísta había comenzado a bajar las altas escaleras de la platea del estadio Víctor Legrotaglie.
El murmullo de la popular lo hizo levantar la vista repentinamente y ver cómo Lucas Carrizo recuperó el balón (sin falta ante Torres), tocó con Aguirre y este abrió para Llama, quien mandó el último centro de la tarde al corazón del área, el ingresado Bossio peinó el balón (Limousín quedó a mitad de camino) y Lentini la empujó con el muslo izquierdo. El grito desaforado significó un tremendo desahogo. Para Lentini, que había tenido cinco chances claras para abrir el marcador y para todo el pueblo mensana que festejó el triunfo a más no poder. No era para menos, Lobo.
Tan justo como necesario. Vital. Apoteótico. Con el sabor a hazaña que otorgan los éxitos que llegan en la agonía del partido, con el último suspiro, con el tiro del final. En definitiva, fue un tiro para el lado de la justicia. El punto era un premio castigo para el equipo de Pozo.
Sí, porque Gimnasia no mereció sufrir tanto para derrotar a Almagro. Desde los vestuarios, el Blanquinegro salió decidido a ganar el partido. Y lo fue a buscar con un 4-1-4-1 que se hizo elástico para presionar alto y compacto para asociarse y generar fútbol en espacios reducidos.
El Lobo eligió la derecha como flanco de ataque vía Molina, López y Llama (en el primer tiempo) luego de gestar asociaciones con las zurdas de Ramírez y Andrada. Si Gimnasia no logró resolver antes el resultado a su favor fue porque Lentini, su referencia de área, anduvo demasiado errático en la sintonía fina de darle un pase a la red. No por nada el Lobo llevaba más de tres partidos sin convertir goles…
A pesar de las situaciones perdidas, el Lobo jamás perdió la calma. Es cierto que el Tricolor de José Ingenieros también tuvo sus posibilidades (Marchiori tapó tres claras) para ponerse en ventaja y cambiar el rumbo del desarrollo.
Diego Pozo tampoco entró en la desesperación. El DT leyó bien el partido y acertó con las modificaciones. Bichi González le dio claridad y verticalidad por derecha, y con Berterame ganó velocidad por ambos costados. Pero el gol no llegaba y parecía que no era la tarde del Lobo. Y mucho menos del héroe menos pensado de un pleito que, justamente, demoró en hacerse justicia sólo por “Lentini”.
Fuente: Los Andes