Matías Rojo: “Me veo reflejado en Gago por sus lesiones, pero también porque se vuelve a levantar”

Foto: elchubut.com.ar

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Después de superar dos roturas de ligamentos cruzados que lo alejaron de las canchas casi por dos años, Matías Rojo pasa la cuarentena en Sunchales, entrenando con la mente enfocada en volver a jugar, recuperar el nivel que lo llevó a ser goleador en Brown de Puerto Madryn y cumplir su sueño de llegar al fútbol de primera división.

Por Leandro Gómez

Mucho se habla de cómo afecta a los deportistas la inactividad que trajo consigo la cuarentena. Pero qué sabrán ellos si no conocen el trajinar de Matías Rojo, ese pibe que soñó con ser profesional desde que se puso por primera vez, a los cuatro años, la camiseta de Unión de Sunchales, que peleó tanto por subir de categoría y que hoy, habiendo dejado atrás dos roturas de ligamentos cruzados, no ve la hora de volver a patear la pelota.

Aunque tiene 27 años, la claridad de sus ideas parece la de un jugador consagrado y cercano al retiro. Es que el fútbol y la vida parecen ensañados con él y lo ponen a prueba, una y otra vez. Bien podría decirse que es un caso como el de Fernando Gago, pero trasladado al ascenso, ya que en los últimos dos años Rojo solo pudo jugar 20 minutos a causa de dos graves lesiones sufridas de forma consecutiva. Y como si eso no bastara, cuando empezaba a encarar su regreso, se topó con la pandemia y la suspensión de los torneos. Pero bajar los brazos no es una opción para él, así que ahí está, preparado y esperando su momento para volver y demostrar que está entero y más ambicioso que nunca.

Veinte años jugó en el Bicho Verde, ocho en los planteles superiores. Y siempre tuvo buenos rendimientos, pero no lograba conseguir que alguien se fijara en él. Hasta que un día se le dio: en 2017 abandonó el nido y firmó con Guillermo Brown de Puerto Madryn para jugar en la segunda división. Y en apenas un semestre supo ganarse la confianza del cuerpo técnico, el apoyo de sus compañeros y el cariño de los hinchas. En esa temporada, incluso sin disputarla por completo, fue el goleador del equipo: pese a ser volante, marcó 6 goles en los 19 partidos que llegó a jugar. Y entonces empezó la danza de la desgracia.

En abril de 2018, en su mejor momento profesional y cuando el sueño de jugar en primera estaba a la vuelta de la esquina, sufrió la rotura de ligamentos cruzados en su rodilla derecha. Fue en el triunfo por 2 a 0 contra Estudiantes de San Luis, y ese fue su último partido hasta de marzo de este año.

¿Qué pasó en el medio? Operación, recuperación, regreso a las prácticas y ¡otra vez los ligamentos! Misma lesión, misma rodilla. Parece que el fútbol no quería verlo volver.

La segunda vez, dice, fue más fácil y con más confianza, porque ya sabía lo que se venía. Consumada una nueva etapa de rehabilitación, y cuando empezaba a estar otra vez en el radar del entrenador, la pandemia volvió a ponerle un freno a su carrera. Su regreso oficial al campo de juego fue el 15 de marzo, en el 0 a 0 contra Atlanta. Ingresó desde el banco y tuvo unos 20 minutos en cancha, todo lo que pudo jugar desde abril de 2018 a esta parte.

El mes pasado finalizó el contrato de Matías con el equipo chubutense y ahora se encuentra en su Sunchales natal compartiendo tiempo con su familia, pero sobre todo, entrenando, esperando una propuesta de trabajo y focalizado en su regreso. “Hoy tengo muchas más ganas que antes de jugar al fútbol”, asegura, con la convicción de un luchador que ya las vivió todas.

Tu primera lesión fue en abril de 2018, ¿era tu mejor momento?

Totalmente, me agarró en el mejor momento, venía con mucha confianza, los compañeros me lo hacían sentir y estaba haciendo goles. Fue duro en ese sentido porque estaba muy bien y me salían todas. En Unión creo que tuve buenas temporadas, pero en Brown fue la mejor.

¿Cómo lo superaste desde lo anímico? Porque la primera división estaba cerca…

Cuando me lesioné, sabía que estaba cerca de jugar en primera, por eso también fue mucha la amargura y la tristeza en ese momento. Después entendí que las cosas pasan por algo. No veo lejano jugar en primera, todo puede pasar. Pero si quiero recuperar mi nivel para tener una chance de pegar el salto, tengo que laburar mucho, corregir cosas y mejorar desde lo mental. Si me pongo bien en la cabeza y me olvido de la lesión, creo que el nivel lo puedo recuperar porque las ganas están y la convicción la tengo.

A principios de 2019 te volviste a lesionar la misma rodilla, ¿por qué?

Lo primero que le pregunté al médico fue por qué me volví a romper. Me dijo que la operación anterior estaba bien hecha, que fue mala suerte. Estaba entrenando, se me trabó el pie en el piso y un compañero me chocó. Me di cuenta enseguida porque el dolor fue el doble y además escuché el ruido.

Te habías recuperado, estabas para volver, y otra vez lo mismo, ¿cómo lo tomaste?

La segunda vez me la tomé más tranquilo porque sabía lo que se venía y que me iba a operar una eminencia de la rodilla como José Aparicio. Además, de la cabeza estaba más fuerte, la primera vez me tomó de sorpresa. Ahora veo los resultados, no tengo ninguna molestia, estoy perfecto y con fuerzas.

En todo ese proceso, ¿te sentiste acompañado por Brown?

Soy un agradecido al club. En la primera lesión me quedaba un año más de contrato, pero cuando me lesioné por segunda vez, se me terminaba y no era obligación de que me renovaran. Me dieron la chance de volver a jugar por lo menos 25 minutos el último partido, siempre agradecido por eso.

Foto: Diario Jornada

Después de lo que te tocó pasar, ¿pensaste en algún momento en dejar el fútbol?

La verdad que no. Es tanto lo que me apasiona este deporte que lo primero que pensé fue en operarme, recuperarme y volver, intentarlo hasta que no pueda más. Lo principal es estar bien de la cabeza y tener las convicciones firmes. Desde chico soñé con ser profesional y ahora lo soy, y más allá de esta desgracia, yo quiero seguir, eso me ayudó a pelearla.

Cuando ves que un jugador como Gago, con 34 años y su carrera hecha, se lesiona y siempre vuelve, ¿qué sentís?

Me conmueve, me da orgullo y me dan más ganas. Me veo reflejado en lo que le pasó a él, por sus lesiones seguidas y duras. De eso se trata, de caerse y levantarse, no solo en el fútbol, sino en la vida. Hasta que no pueda más lo voy a intentar, siempre, porque me apasiona mucho el fútbol. Y cada vez que un jugador pasa por esta lesión, lo siento como si fuera propio. Por ejemplo, miré el documental de Marco Asensio, que tuvo rotura de ligamentos, y me emocioné mirándolo porque todo lo que él vivió, yo lo viví. Me veo siempre reflejado y me pone más que feliz cuando veo que un jugador vuelve y le va bien porque es una lesión que se sufre mucho y la familia sufre el doble. Hoy tengo muchas más ganas que antes de jugar al fútbol.

Después de tanto tiempo sin jugar, y ya sin contrato con Brown, ¿dónde te gustaría reiniciar tu carrera?

Mi idea es, en lo posible, no bajar de categoría porque me costó mucho llegar al Nacional B, tenía 24 años. En Unión siempre hice buenas campañas y me costó cinco o seis temporadas que me vean. Por eso me gustaría mantener la categoría, y obviamente, jugar. Estoy esperando la mejor propuesta para analizarla y tomar una decisión.

Hace un tiempo estuviste entrenando en Sunchales, ¿alguien te tentó para que te quedes?

Los chicos me decían que me quede, volver a Unión es volver a mi casa, desde los cuatro años jugué ahí. Estoy agradecido porque me dejaron entrenar y me hicieron sentir uno más, pero no tuve una propuesta, además yo todavía tenía contrato en Madryn. Las ganas de jugar en Unión siempre van a estar, es la realidad, pero espero que aparezca algo de Nacional B por todo el esfuerzo que yo tuve que hacer para poder pegar el salto.

Matías habla con tranquilidad de los experimentados, pero sobre todo, con la convicción de los ambiciosos. Sabe que volver después de dos años no va a ser fácil, pero se apoya en su fortaleza mental para recuperar el terreno perdido. La misma fortaleza que lo llevó a trabajar duro para subir de categoría, la misma que lo ayudó a superar sus lesiones, la misma con la que sostiene las ganas de cumplir el sueño de una infinidad de pibes del interior: jugar en el fútbol grande de Argentina.

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