Modalidades y tiempos entre periodistas deportivos y entrenadores de fútbol

Después de todo buenos amigos.

Por Carlos Lucero

   

Existe una larga historia de cordialidad y hostilidad entre entrenadores de fútbol y periodistas.

Son dos trabajos totalmente distintos el uno con el del otro, pero ambos se complementan con miradas totalmente adversas.

Un periodista deportivo se vale de la observación para poder narrar lo que pudo, lo que ha, o lo que debió haber sucedido. Es decir que su atributo consiste en la crítica y el análisis de la teoría del fútbol. Su aplicación y desglose a identificar a responsables de un resultado.

Por otro lado, el entrenador tiene como tarea primordial diseñar y construir el desempeño de un equipo de fútbol. A partir de aquí se deben determinar resultados positivos, tarea que le ha sido encomendada por el dueño del club o una comisión directiva. Búsqueda permanente del objetivo planteado para satisfacer a su empleador.

El director técnico cuando se compromete a alcanzar objetivos deportivos, también se carga una mochila que lo puede depositar en el mayor de los éxitos o en las tinieblas del fracaso mismo.

Al éxito lo podemos definir de una sola forma sencilla. Alcanzar los objetivos o estar cerca. Sin embargo, al no obtener la satisfacción de los resultados positivos lo condena es el fracaso. Aquí se puede diferenciar más responsables cuando se realiza un análisis exhaustivo.

Ese objetivo estuvo planificado por una dirigencia, donde seguramente comprometió recursos económicos, humanos o de otra índole. Entonces si lo que se comprometió de ante manos no llegó a su fin, también son responsables de esa criatura. Muchos Técnicos han realizado declaraciones muy duras y de hostigamientos sobre la dirigencia una vez consumado su paso por la institución. Con solo citar una célebre frase de Héctor “Bambino” Veira, en su paso por San Lorenzo de Almagro, y repetida por Omar De Felippe, en Independiente de Avellaneda, cuando dijo “Pedí un cuatro y me trajeron un pomelo”, en referencia a la calidad de los refuerzos pedidos a los traídos por el club. De este modo queda en claro que ni el uno ni el otro quisieron quedar pegados en ese presente y realizaron duros cruces de declaraciones en los medios ante un periodista que está al acecho de la búsqueda permanente de una noticia extra.

Los años han pasado y los entrenadores entienden que no sirve confrontar con quienes le han dado un trabajo por un tiempo determinado, ya que las puertas de su fuente laboral se pueden achicar prematuramente. Esto por lo general sucede con aquellos más jóvenes.

Volviendo a esta relación estrecha entre los comunicadores y los entrenadores deportivos nos encontramos con una distorsión de conceptos entre lo que uno hizo y el otro analiza. Los directores técnicos trabajan sobre enigmas cuando priorizan los sistemas o las estrategias que son, solo fórmulas tácticas donde postergan los potenciales de sus dirigidos. El entrenador se olvida de la capacidad técnica, la personalidad y la potencialidad en incorporar a lo colectivo lo propio de sus jugadores. Estos utilizan a un equipo como su propio patrimonio. Tal cual hace mención Mario Conessa en un trabajo de su auditoria”

La evolución de los medios de comunicación se ha hecho avasallante y una picadora de carne permanente que expone a periodistas deportivos a esa altura, donde ya no se limita a contar lo que pasa, también cuenta lo que le parece. Los medios deportivos pasaron a convertirse en empresas de opinión.

Pero, aún así  quedan periodistas íntegros e interesantes —más de lo que parece, aunque haciendo menos ruido—  a los que seguir como la extensión perfecta a nuestra pasión deportiva.

Los entrenadores piensan más en el poder que tienen y en el daño que pueden ocasionar en su trabajo dentro de su plantel, por el solo hecho de ver a un periodista con un micrófono o mal llamado por ellos, “fierrito”. De todas maneras a ese poder de influencia solo logran tener unos pocos periodistas y muchos se aprovechan de ese liderazgo y lo usan como poder, un poder ficticio y deplorable, sin conducción que navega en la nada misma. Esto es lo que deben detectar los entrenadores: ¿Quién es?, ¿Para quién trabaja?, ¿Su relación laboral?, ¿Cómo trabaja?, ¿Con quienes trabaja?  Saber esto te pone en iguales condiciones, ya que el periodista sabe todo de ellos. Todo es todo.

Estos no entran en un estudio o mero conocimiento a quiénes representan cada uno de ellos. No se los ha preparado para hablar durante la semana antes del resultado, como tampoco después del mismo. Aunque también debemos decir que algunos experimentados han aprendido a convivir con ellos, sobre todo en el interior del país.

Es verdad que por los años de trayectoria entran a caminar en un hilo fino, muy fino, que es la confianza y la sinceridad del uno para con el otro. Pero aquí el periodista debe saber que es ser entrenador y viceversa.

El especialista debe saber en las condiciones que trabaja este, el plantel que utiliza, la cantidad de elementos de trabajo que le han otorgado, los espacios de entrenamientos, las condiciones de infraestructuras.

Hay entrenadores muy intelectuales que muchas veces se sorprenden de la falta de preparación del analista. Sobre todo, cuando reciben en sus oídos preguntas obvias y fáciles de responder, o aquellas preguntas, que mas que preguntas son una receta de cocina de nunca acabar, donde termina respondiendo y aprovechando esa oportunidad para decir lo que no es.

En la búsqueda de un equilibrio entre ellos siempre resalta el aprendizaje y aplicación de la psicología deportiva. Por lo general, un entrenador no mira la pelota, sino los espacios y desde ahí se vale de su armado de tácticas y estrategias o meros sistemas de juego. El periodista observa rostros, formas de caminar, espacios a ocupar, formas de interactuar entre el grupo y el entrenador. Por ende, el entrenador debe charlar con ellos luego de la práctica sin antes observar esos rostros de los especialistas. Puede obtener una respuesta al análisis de su trabajo que están procesando para luego darlo a conocer. La buena aplicación de la psicología deportiva los puede unir para siempre.

Es sabido que las formas de hacer periodismo deportivo han cambiado notablemente. En la década del 20 consistía en cronistas amigables, respetuosos y tolerantes a los malos resultados a excepto de algunos contados casos.

A partir de 1950, con la llegada de la pantalla chica dentro de los hogares, fueron cambiando las modalidades para ambos, donde la imagen comenzaba a ser una delatora gestual, entro lo que quiso decir y lo que dijo, pero a fines de la década de los 80, los medios dieron un giro empresarial entre el límite de la libertad de expresión y la libertad de empresa.

Esa relación casi carnal que existía fue cambiando sus formas entre estos protagonistas. La falta de explicación y justificación técnica, tácticas en las derrotas de los entrenadores entro en un conflicto de desequilibrio emocional y lleno de contradicciones.

Por otro lado, el protagonismo de los periodistas y su mal uso del espejo capitalista y consumo en el interior a separado uno de los otros, como si fueran enemigos de palabras mal dichas, mal interpretadas olvidando la persona sobre la actividad. El ego personal sobre la profesión y la competencia imberbe.

Es así que los entrenadores toman los recaudos, ya que comienzan a ver en ellos serpientes dormidas con un veneno donde serán perjudicados. Solo para que exista esta relación fluida se debe contar con tres elementos claves de convivencia. Confianza – Conocimiento – Aceptación

Para observar un claro ejemplo de esto debemos citar a Marcelo Bielsa y su ruptura con los periodistas primero y luego entrando en detalles en un mundo filosófico sobre los medios de masas, que él a dado a conocer en distintas conferencias por el globo, exponiendo su ideología de pensamiento.

Todo comenzó cuando tomo a la Selección Argentina de Fútbol. Jugó dos amistosos, uno de ellos en Venezuela y el segundo en la ciudad de Torrance, Condado de Los Ángeles, el 10 de febrero de 1999.

Fue allí cuando los periodistas argentinos de los grandes medios querían hablar con él en el hotel donde estaban alojados como una coincidencia. El rosarino, les propuso hablar con todos en una sala, donde explicaría su forma de jugar, su filosofía de juego, con que jugadores contaría y algunas cosas más. La única condición era que una vez terminada esa reunión nadie podía decir nada de lo que habían hablado. Todos los periodistas presentes aceptaron el reto.

Alguien no fue avisado y llego tarde a esa reunión abierta y que no podía ser reproducida. Este periodista que fue avizorado  de las reglas del entrenador, cuando llegó a Buenos Aires dio detalles de lo conversado, fue entonces que a partir de entonces Marcelo Bielsa no pudo perdonar tal traición.

Desde entonces, los entrenadores comenzaron a desafiar a los mensajeros, aprovechando las conferencias para llamarles la atención y hacerlos quedar en ridículo. No hay seguidor de Bielsa que no acuda a esta nueva temática, hasta Diego Armando Maradona retrucó una vez clasificado para el mundial de Sudáfrica.

En fin unos y otros se seguirán buscando para otro construcción.