El Lobo y el Azulgrana igualaron sin goles en Concepción del Uruguay, por la cuarta fecha del Torneo Federal A.

Gimnasia de Concepción del Uruguay y Defensores de Pronunciamiento aburrieron en el Núñez e igualaron y empataron en cero. Con muy pocas ocasiones de gol en los arcos el resultado estuvo acorde al desarrollo del partido. Así y todo el conjunto dirigido por Hernán Orcellet tuvo algunas ocasiones que alcanzaron para convertir a Martín Góngora en figura del encuentro.

Salvo en contados minutos donde Gimnasia tomó la iniciativa, el que más propuso fue el conjunto visitante. El Lobo no cruzó la mitad de la cancha con ideas, salvo con sendos pelotazos de Góngora o los defensores –casi sacándose la responsabilidad de encima-buscando la fuerza del Facha González o que Leguizamón gane una posición casi imposible porque siempre se encontró en clara desventaja numérica.

De a instantes Kevin Retamar intentó acercarse a Leguizamón para buscar un juego asociado, pero con escasa suerte, encima a los 24 del segundo tiempo fue reemplazado por una lesión.

Recién a diez minutos del final del partido hubo una circulación del balón, de un costado a otro, elaborando un juego de toque, pero que no prosperó. Siquiera los intentos de desbordes de Leo López y Griego concretaron alguna posibilidad real. Demasiado poco para querer quedarse con los tres puntos, solo dejando la suerte a un tiro libre de Leguizamón.

En cambio el Depro tuvo situaciones muy claras, si bien con algunos méritos que partían de los pies de Emiliano Delasoie y Héctor Echagüe, pero también de los preocupantes desacoples defensivos del Lobo.

A pocos minutos del final de la primera etapa, Laureiro, Echagüe y Allende revolcaron al “1” mensana con intervenciones espectaculares. Lo mismo sucedió a los 12 de la segunda parte cuando sacó un cabezazo a boca de jarro de Iván Valente, a la derecha y abajo: para las fotos.

Después: pelotazo va, pelotazo viene, poco para contar. El buen marco de público que se acercó al estadio Hermanos Núñez en la hermosa tarde dominguera, despidió con aplausos a los jugadores. Esas palmas sonaron como una sutil ironía, porque en verdad había poco para reconocer.