Catriel Orcellet: «Estoy contento con la carrera que hice»

El ex arquero de Defensores de Pronunciamiento, de recordado paso por Gimnasia de Concepción del Uruguay y Arsenal de Sarandí, habló en una extensa entrevista con La Calle sobre su decisión de dejar el fútbol: «Hoy dejé el fútbol y me quiero alejar, no sé por cuánto tiempo».

Por Manuel Iconicoff y Mario Bonnot (La Calle)

Un día el histórico arquero uruguayense decidió que había llegado el momento de decir basta a una carrera de veinte años. En diálogo con La Calle contó las sensaciones vividas a lo largo de su rica y extensa experiencia deportiva en el profesionalismo.

Catriel parece siempre relajado, sereno, aunque los que lo conocen saben que la procesión va por dentro. De paso cansino y con una altura y porte envidiable, llegó a la redacción de La Calle para prestarse amenamente a un diálogo abierto, sin guiones ni obligaciones, para repasar algunos de los tantos temas de una carrera deportiva que se extendió durante dos décadas y a la cual le puso punto final semanas atrás en Pergamino jugando para Defensores de Pronunciamiento. Su amor incondicional por Gimnasia más allá que no pudo retirarse en el Club, las campañas históricas del Lobo en la B Nacional, Patronato, los chicos y el fútbol actual: un análisis completo desde la óptica de quien ha sabido darle mucho al fútbol de la ciudad y la región.

¿Qué fue lo primero que se te vino a la mente ni bien terminó el último partido?

– Mientras jugaba era un partido más. Depro si ganaba tenía la chance de clasificar así que estaba pensando que todo seguía. Hacemos el gol sobre la hora y veo el festejo del banco de suplentes y pensé “clasificamos, hay más partidos”. MI hijo mayor había viajado porque podía ser el último, miro la tribuna de Douglas y lo veo llorando y ahí me cayó la ficha. Ahí me desplomé, quedaban unos minutos que aguanté y cuando terminó se me vino todo encima; los veinte años de carrera. Me abrazo con el Flaco Valente y después con Hernán, un abrazo muy emotivo. Es mi hermano, fue mi técnico, mi capitán en Gimnasia. Me dio unas palabras que me hicieron emocionar mucho. Estoy contento por la carrera. No me quejo de las decisiones que tomé. A veces pienso si tomaba otros caminos hubiese hecho una carrera mejor pero estoy satisfecho por lo que hice.

¿A qué te referís con esas otras decisiones qué hubiesen cambiado el rumbo de tu carrera?
– Son dos etapas, una cuando me voy de Chicago después de haber andado muy bien en Primera que me voy a España y ni lo pensé. Era muy joven y arranqué. Después más grande lo pienso y quizás si aguantaba un año más en el fútbol argentino me hubiese hecho de un nombre más importante si sostenía el nivel y me podía ir a España para quedarme y no a préstamo por un año. La otra puede ser la etapa de Arsenal, los primeros años las propuestas que tuve no me interesaban y después pasó más por un tema familiar y no futbolístico, ya estaba instalado, mi hijo más grande escolarizado y preferí no moverme tanto y quedarme en Buenos Aires hasta volver a Concepción.

¿Siempre tuviste esa idea de volver a la ciudad?

-A Concepción siempre. Lo dije cuando tenía 23 años, después de los 30 vuelvo a jugar en Gimnasia y lo cumplí, estaba acá a los 34.

¿Qué mirás cuando repasas el pasado?

– Me fui de acá casi sin querer irme, en Boca un poco más y me agarraban de las orejas para que vaya. Tenía 17 años y no me gustaba ir a Buenos Aires. Me venía un fin de semana y les decía que no iba a volver, je. Me decían que estaba loco pero mi sueño era jugar en Gimnasia. Me iba a probar para que me digan si era bueno o malo nada más, me quería quedar acá. Mi papá se llegaba a enterar que hacía eso y me mataba. Con el tiempo me fui acomodando, haciendo más profesional.

¿Y cómo fue volver a tu ciudad, a aquel histórico Gimnasia?

-Cuando termino la etapa en Boca y quedo libre, me llama Enrique Glezer para venir a Gimnasia y no lo dudé, al otro día estaba acá. Lo más lindo que me llevo es el orgullo que sienten mis hijos cuando me hablan del fútbol y de estar orgullosos de la carrera que hice. Mal o bien traté de dejar lo mejor.

¿De chico siempre lo tuyo fue el arco?

– El que me ve a mi es el Flaco Ardaiz, un veedor de acá de la zona. Un día en la 72 de Gimnasia estaba entrenando Hernán y fui un sábado y empecé a atajar en un gol entra y me vio “vos tenés que venir a atajar” y así empecé en la ´78. Me agarra Pilo Benítez y empecé a atajar ahí. En esos momentos de los 6 a los 13 también le pedía al Pilo si me ponía al centro porque me gustaba. Y cada vez que el campeonato estaba definido antes, jugaba algún partido al centro. Si me daban a elegir jugaba al centro, pero tenía más condiciones para atajar.

¿Pensabas jugar al fútbol?

– Sí, toda la vida. Viste que las maestras tradicionalmente te preguntan qué querés ser cuándo seas grande y yo quería ser jugador de fútbol. Ese era mi sueño de chico.

Pero hay pasos para eso, debutar en primera, aspirar luego a ganar algo.

– En el 95 arranca el Argentino A, yo empiezo a entrenar con Jorge Herrera, Cucu Alvez y Mario Boujon los arqueros de Gimnasia y me hacían entrenar. Viajé un par de veces pero mi gran sueño era debutar y jugar en la primera local. A los 16 años debuté en un cuadrangular final donde el Pollo Meriano nos dirigía.

Después tuviste otros sueños, otras ideas que se han ido cumpliendo y otras que no…

– Soy muy terco, iba a ser futbolista y listo. En un momento cuando dejé el colegio me agarró mi viejo y me preguntó ¿Qué vas a hacer? Viejo voy a jugar al fútbol le dije.

¿Cómo se prepara alguien que toda su vida jugó al fútbol para el retiro profesional, siendo tan joven y teniendo tanto por delante?

– Nadie te prepara para eso. En mi ejemplo llegas a Boca y te dicen a nosotros no nos importa el colegio, nos importa que juegues bien. Salvo Macri que decía si no estudias, no jugas, pero por dentro de la estructura había técnicos que no le importaba si ibas a colegio, le importaba que llegues a primera. Entonces te preparan solamente para eso, llegar a primera. Por eso los que no llegan quedan muy aislados y tienen que salir a trabajar. Vienen de un lugar, Boca, que te da todo y después es un golpe bajo porque no saben para donde salir.

Yo no sé si me preparé porque no sé si quiero seguir ligado al fútbol. Puedo tener experiencia pero hoy por hoy dejé el fútbol y me quiero alejar, no se por cuánto tiempo. Capaz en 4 ó 5 meses me pica el bichito de extrañar el vestuario, la adrenalina del fútbol pero hoy quiero descansar. Nadie te prepara para el después, te lo dice el 90% de los futbolistas. La realidad es que lo que ganan mucha plata y se salvan son pocos, los otros viven día a día. En el fútbol argentino no son muchos los que se ‘salvan económicamente’, los que juegan en Boca o River y los que se van afuera por mucho tiempo. Es complicado el día después. Hoy yo tengo la suerte de tener una persona muy conocida donde trabajo y estoy cómodo, pero no todos tienen la misma suerte.

¿Un repaso de la carrera?

– Hice inferiores en Boca, llegué a entrenar un año cuando se arma el Boca que gana todo. A mediados del 2000 quedo libre y vengo a Gimnasia, dos años con Gimnasia perdiendo semifinal con Quilmes y el segundo año final con Arsenal y la Promoción con Unión de Santa Fe.

¿Por qué Gimnasia y no otro club?

– Porque quería jugar en Gimnasia. Estaba en el Nacional B el Lobo. Boca me deja libre porque los que manejaban el fútbol me querían llevar a una prueba a México 15 días. Renegado como era, les expresé que a prueba no iba a ir y al otro día me llegó el telegrama de que quedaba libre. No se renovaba el contrato. Me ofrecieron ir a Platense, Atlanta y cuando me llega el mensaje de Enrique Glezer ya estaba decidido. Estaba todo el tiempo mirando cómo le iba a Gimnasia en la B Nacional , siguiéndolo y quería eso.

Después nos va bien en Gimnasia, me voy a Chicago donde al principio estaba en el banco y después Pipo Gorosito me pone de titular, me salen bien las cosas y me voy a España. Fue en 2003-2004 un año de aprendizaje que juego poco, un partido por copa del Rey y medio partido por expulsión del arquero en Liga. En 45 minutos atajo dos penales y me hacen tres goles, todo medio agridulce.

De ahí vuelvo a Talleres que había descendido al Nacional, un año en la T, un año en Lanús que me lleva Gorosito y después seis años en Arsenal. Finalmente vuelvo a Gimnasia y Depro.

¿Lo que más resaltas en lo deportivo son esos años en Gimnasia 2000-2002 y lo de Arsenal?

– Deportivamente primero está Gimnasia por lo que se vivió esos dos años, por lo que vivió la gente es inigualable. Por mis actuaciones y mi momento creo que Chicago fue mi mejor momento y en Talleres creo que dejé una buena imagen porque durante 5 o 6 años me llamaron para volver. Creo que no fue el mismo nivel que tuve en Gimnasia y Chicago pero la gente de Córdoba siempre me recuerda bien. Inclusive cuando jugamos en el Núñez (NdeR: aquel día del robo a Gimnasia con un penal cobrado por una falta inexistente fuera del área).

Lo de Arsenal es distinto, jugué poco pero lo máximo que gané fue ahí. Lo viví de otra forma no es lo mismo adentro que desde el banco pero los disfruté y me trataron de maravilla.

¿La mayor frustración fue la del 2002?

– Por lejos, no hay otra frustración. El partido con Unión más que nada, porque era un sueño de todos y en ese momento de todo Entre Ríos. Perder ese partido y no poder ascender a primera es algo que lo voy a sentir de por vida.

¿Has ido al psicólogo por eso?
Noooo( risas). Mi viejo me hacía los recortes de toda mi historia futbolística hasta que un momento se cansó. Me pongo a ver las carpetas y veo esa parte y se me caen las lágrimas. Duele todavía.

Cuando pensás ese partido en Santa Fe, qué se te viene, qué se decía en ese entonces.

-Si vamos para la historia del árbitro nosotros nunca la supimos hasta después del partido. Todo lo que se decía por fuera. Llegamos a ese partido con nuestro mejor jugador Pablo Cantero desgarrado, Boujon raramente con cinco amarillas medio de sorpresa y eso te dejaba pensando. Después Jorge (por Vendakis) quiso morir con la de él. Inclusive se reunió con los referentes en ese momento y les manifestó “Yo voy a jugar así”. Después poder pensar que pasaba si jugábamos con cuatro en el fondo y todo eso es difícil. La forma de jugar nuestra era ir para adelante. La única vez que Jorge quiso cambiar de esquema fuimos un desastre (en Rafaela o Córdoba) y a partir de ahí seguimos jugando con la forma que implementaba. Nos salía bien.

Si entraba la jugada de Legui que pasa al lado del palo, no lo levantaban más al partido ellos. Se colgaban del alambrado y nos teníamos que ir todos de la cancha. Son cosas del fútbol…

¿Futbolísticamente ese equipo fue el que más te gustó?

-Sí, jugaba bien pero atrás sabes qué… nos llegaban por todos lados. Atacaba hasta el Gaucho Almada que era stopper. Ganábamos 4 a 2, 4 a 1, 5 a 2, hermoso jugábamos. Salían partidos espectaculares porque íbamos al frente y defendíamos con dos. Legui estaba bárbaro, Ceballos también, Lalo, Pablo Canteros que manejaban todo arriba y metíamos goles pero nos llegaban bastante. Lo disfrutaba porque me llegaban cuando íbamos ganando 3-0. En la semifinal con Rafaela, Almada hace un gol en el borde del área, cruzando toda la cancha. Teníamos la tranquilidad que metíamos tres goles por partido, había excepciones pero creábamos muchas situaciones.

En ese momento eran el equipo de la provincia…

– Se sentía de la provincia. La vuelta de Santa Fe fue increíble. En todos lados la bandera de Gimnasia, en cada pueblo esperándonos. Hasta nos hicieron entrar en Herrera y dar una vuelta a la plaza porque había gente que quería saludarnos. Eso fue único, no se va a repetir, difícilmente.

El presente te encuentra retirado. Nos tomó de sorpresa a muchos.

– Ni Hernán lo sabía bien. Yo todos los años jodía “me parece que este último”. Ya a fin de diciembre empecé a sentir que no daba para más. Antes de arrancar la pretemporada me costó mucho por un problema en el talón y me tuve que infiltrar para jugar el primer partido. Lo pude manejar pero me costaba mucho. Me costaba correr, me dolía y estaba sufriendo. Pasó diciembre y lo pensé mucho más y lo decidí. La semana se hace difícil ir a entrenar, viajar. Era una decisión tomada pero mis hijos me decían ‘dale juga un año más que estás bien’. Les dije que no y por eso el último partido fue mi hijo más grande y Hernán se dio cuenta cuando mi hijo lo llamó y le preguntó si podía viajar que algo pasaba.

¿A futuro?

– Día a día. No me veo en el fútbol. No es que no me sienta capacitado sino que no estoy pensando en eso. No me veo dirigiendo infantiles, renegando con los padres. Porque es así, renegas más con los padres que con los chicos. Tampoco siendo técnico. Capaz en un tiempo cambio.

Siempre en la ciudad, por más que tengas contactos en el fútbol de Buenos Aires.

– Hoy no se me cruza por la cabeza. Sí a lo mejor el día de mañana por el lado de dirigir que representar o algo de eso. Me vine a los 34 para quedarme a vivir acá. No me quiero ir, odio Buenos Aires.

¿Y trabajar con Hernán?

– No lo sé, tuve relación como DT – jugador y nada más. No sé cómo sería él siendo técnico y yo como ayudante o entrenador de arqueros. Si se da la posibilidad más adelante lo pensaré pero hoy no. Salvo si lo convencen en algún momento de que venga a Gimnasia, je.

Van quedando cada vez menos jugadores líderes, ganadores. ¿Quiénes te han llamado la atención?

– Leguizamón es ganador, te gana partidos él solo. En su momento Johny Aquino cuando llegué a Gimnasia era ganador, Tissera. Hoy Vercellino es un jugador gana partidos, lo noto desde afuera viendo a Gimnasia. El flaco Iván Valente en Depro, siempre va al frente pensando en positivo. Los más grandes Oscar Perrón, un ejemplo en todo. En Pronunciamiento encontras chicos más acomodados porque Oscar los llevaba de las orejas en el buen sentido. Hoy del plantel de Gimnasia, Nico Torres, es calentón pero va al frente como un toro.

¿Cómo fue en los últimos años la semana previa a enfrentar a Gimnasia?

– Muy raro, a veces medio difícil, a veces disfrutándolo. Más que nada recuerdo la sensación del primer partido que me tocó jugar en cancha de Depro. Creo que ganamos, encima Depro no le había ganado nunca y ese primero que atajo, ganamos. Una sensación rara, me transpiraban las manos de solo pensar cómo iba a ser. Después me fui acostumbrando porque jugábamos seguido. El más difícil fue el del año pasado, peleando Gimnasia tantas cosas importantes era el posible descenso, y fue una semana durísima para nosotros, para mí particularmente.
Dicen que los goles se festejan, pero a mi contra Gimnasia no me salía festejarlos, nunca festejé ni los goles ni los triunfos ante el Lobo. Pero era mi sensación, muy raro, distinto.

¿Y por qué no te retiraste en Gimnasia?

– Porque me fui hace tres años y no iba a volver. Me fui cuando tenía la sensación de que había que irse. Cuando me voy de un lugar no vuelvo, ya está. La sensación era que se había terminado el ciclo. Aunque haya dicho que no sabía lo que pasaría en un par de años, pero creo que ya estaba el ciclo terminado. No me fui de la manera que yo quería porque mi sueño era retirarme con la camiseta de Gimnasia pero bueno, era casi un retiro hasta que me convenció Hernán de ir a Depro. Era casi un retiro hasta ahí.

La decisión no era que me iba a retirar, pero si no llegaba mi hermano me retiraba. El ascenso de Depro era la única posibilidad y fui, porque era Argentino A, sino me retiraba. No tenía problemas.

¿La espina de no jugar con Legui?

– No lo pudimos llevar a Depro, je. Siempre le decía a Legui cuando estábamos en Buenos Aires ‘vamos a Gimnasia a jugar un año juntos’ pero no se dio.

Hay una cosa en Depro, donde yo jugaba con una tranquilidad de un lugar con toda la tranquilidad, pero si jugás en Gimnasia lo haces de otra manera. La presión es distinta, es mucha. Que en su momento se disfruta pero me retiré en un lugar tranquilo, que se portaron bárbaro conmigo. Me acostumbré al movimiento de ese club. Volver un año más a Gimnasia ya estaba. Lo que pude hacer por el Lobo lo hice en su debido momento. Lo mejor que pude lo hice ¿para qué volver? Las segundas etapas no son buenas y las tercera, peor…

“Hoy es ganar o ganar”

Pensando en que Entre Ríos va perdiendo los nombres propios dentro del fútbol. Vos, Leguizamón, Bértoli… hablando de trascendencia, liderazgo y capitanía. ¿Qué análisis haces?

– Bueno nosotros tuvimos la suerte de tener campañas en Gimnasia buenas que nos hicieron conocernos un poco más, pero hay muchos chicos que se van afuera y después no vuelven. Yamil Garnier, Maxi Velázquez, gente que se está retirando, pero hay jugadores aunque no tanto como antes. En la época nuestra muchos se iban y se quedaban como Tonelotto, Demus. Hoy van y vienen. Una vez un dirigente de Gimnasia me preguntó cómo veía al club años después y yo le dije igual. Y yo creo que ha retrocedido el fútbol de la ciudad en general, es lo que yo veo. Antes en la competencia nuestra infantil y juvenil había 4 ó 5 equipos todos parejos, y hoy está Gimnasia que gana en las del infantil 5 o 6 categorías y las otras las pelea. Después aparece alguna categoría de Atlético, Rivadavia, María Auxiliadora. Antes todas las categorías de los clubes eran parejas, y eso hacía que los campeonatos sean lindos y competitivos. Hoy no son competitivos. Gimnasia gana Tercera, Cuarta y Primera últimamente. No hay competencia como antes. Sé que Gimnasia al jugar un torneo a nivel Nacional perjudicó en algún sentido a la Liga porque antes la primera de Gimnasia jugaba el torneo local, el torneo del interior y volvía a jugar el local que también era competitiva. Hoy no es así.

Con los chicos jóvenes que últimamente compartiste plantel. ¿Notas que les falta hambre de gloria?

– Hay de todo. He visto chicos en el Depro en mi última etapa con un hambre bárbara. Marcelo Estigarribia que hoy está en Honduras es uno, Jonathan Rougier otro. Chicos con ganas y respetuosos. A mí a los 18 años me tocó pretemporada con primera de Boca y me decían algo y agachaba la cabeza y me callaba; hoy no es así, es otra época. Estaría bueno que los chicos escuchen más a los grandes por la experiencia. Veo que muchas veces se conforman con un contrato y se relajan. Y la vida no es un contrato de Argentino A y nada más. Si querés realmente ser futbolista tenés que ir superándote para llegar a más y no conformarse con jugar un torneo federal.

¿Crees que hoy desde más pequeños se empieza a luchar por lo económico?

– El gran problema del fútbol infantil y juvenil son los padres lamentablemente. No quiero ir al choque pero la presión a los chicos se la meten los padres. Creo que hay que dejarlos disfrutar del fútbol. Hay que enseñarles a jugar al fútbol, hoy no se les enseña. Hoy es ganar o ganar. A los 9 años tienen que aprender a parar una pelota, a salir jugando y no pegarle para arriba para ganar. Es lo que pienso y veo en lo poco que puedo ir a ver el fútbol infantil. En juveniles están obligados a ganar y hay que enseñares a jugar para que lleguen con una idea futbolística. Capaz estoy equivocado.

Entiendo que a veces no hay espacios propios para trabajar. No podemos criticar a los clubes si tienen dos canchas con cinco categorías entrenando juntas. Para enseñar se necesita una cancha grande para hacer movimientos. Antes nosotros usábamos la cancha principal de Gimnasia y aprendíamos, El Pilo enseñaba bien, lo mejor que hay en juveniles.

Casi siempre que puedo voy a ver a mis hijos, cuando jugaba y entrenaba no podía. Ahora más que nada a mis hijos, después no miro mucho los partidos, voy a esas categorías.

«No miro a Patronato”

¿Analizas el fenómeno Bértoli?

– No miro Patronato, je. No miro fútbol y no miro partidos de Patronato entonces no sé realmente cómo ataja Bértoli. Vi la última atajada, hizo un campañón en su vida viniendo desde abajo, de la liga hasta primera. Hay que aplaudirlo de eso no hay dudas, pero no lo pude seguir como arquero porque nunca vi partidos de Patronato.