Los policías de Atlético Chicoana

La curiosa historia de Ángel Mena y Luis Villanueva, jugadores de Atlético Chicoana en el Federal «B», pero también policías salteños. El sacrificio de repartirse entre las horas de servicio, los entrenamientos y los partidos de fútbol.

Por Cristian Castrillón (Interior Futbolero)

Historias y fútbol deberían ser sinónimos. Historias e interior, aún más. Los Torneos Federales y los equipos que lo conforman son una Caja de Pandora, repleta de situaciones curiosas, anécdotas y memorias. Una de ellas está en el Club Atlético Chicoana, institución de la provincia de Salta. En la actualidad integra la Zona 10 del Torneo Federal «B», cuarta categoría del fútbol argentino. Y en su plantel hay dos relatos, dos entre miles, que existen para ser contados.

 Las arcas de los clubes del interior no son superavitarias. Más bien, todo lo contrario. Son raros los casos de instituciones que estén al día con los sueldos de sus empleados. Y si se toma en cuenta que los haberes en una divisional subterránea como el Federal «B» distan mucho de ser cuantiosos, se puede comprender perfectamente que los futbolistas, además de entrenar y jugar los fines de semana, tengan que buscarse otro trabajo que les sirva de sustento. Este es el caso de Ángel Mena y Luis Villanueva, que forman parte del cuerpo de la policía salteña, además de integrar el plantel de Atlético Chicoana.

 Mena tiene 29 años y es el arquero titular del equipo, pero durante la semana también es cabo de la policía. Hace seis años ingresó en la fuerza, aunque antes se desempeñó en la Armada Argentina, el brazo naval de las Fuerzas Armadas: «Estuve ahí dos años en servicio en el batallón de Ushuaia, en infantería de marina. Después no le encontré sentido a estar lejos de mi casa y de mi familia, por eso opté por dejar y volver a Salta, y la salida laboral más inmediata fue entrar en la policía».

 «Mi función es el patrullaje. Hacemos control vehicular, estamos en contacto con la gente, hacemos prevención», refiere Ángel, que también tiene un hermano, Franco Mena, con el que comparte plantel y con quien es colega en la fuerza.

 Por otro lado, también está Luis Villanueva, lateral o volante por izquierda del elenco salteño y agente en la sección de bicipolicías: «Cuando terminé de estudiar seguí esta carrera porque era lo más rápido. Tengo mi familia, dos hijos». Entre sus deberes se encuentran el cuidado de los espacios recreativos y turísticos, así como la intervención en robos y en casos de violencia familiar.

 Vocación pura, sacrificio inagotable; son variables inherentes a la esencia de quien hace las cosas por amor. Esos son los rasgos inconfundibles de estos dos futbolistas que reparten su vida entre las horas de servicio, la atención a la familia, las horas de entrenamiento y los partidos de fútbol. «Nosotros cumplimos ocho horas de servicio todos los días, los 365 del año. Y los fines de semana hacemos 12 horas. Cuando me toca trabajar a la mañana, voy a entrenar a la tarde, y viceversa. Si no queda otra, pido una hora en el trabajo para estar con el plantel, y después la devuelvo en la comisaría», relata Mena, mientras que Villanueva admite que concurre a las prácticas cuando puede: «A veces voy una semana completa; la otra, dos días. Así uno se reparte para cumplir con todo».

 «Es muy sacrificado salir de trabajar para ir a entrenar y cumplir con lo que nos pide el técnico. La situación en Chicoana no es la mejor, pero la mayoría de los muchahos que juegan acá lo hacen sólo porque les gusta», añade el arquero con pasado en San Martín de Burzaco.

 La legislación salteña, en su decreto referido a Licencias, Franquicias y Permisos; contempla las faltas justificadas «por actividades culturales y deportivas», que se consideran válidas por el lapso de uno a tres días. Este punto es clave en las posiblidades de los futbolistas–policías de estar presente en los partidos que Chicoana juega cada fin de semana: «Podemos jugar porque nos dan una licencia deportiva. Obtenerla lleva tiempo, trámites y papeles, pero finalmente nos autorizan».

 Sus multifacéticas vidas están comprendidas por mundos disímiles, distantes, pero también relacionados. La policía y el fútbol, dos ámbitos interconectados, cruzados semana a semana, con mucha historia de por medio. Y como no podía ser de otra manera, sus profesiones también se encontraron: «Me tocó brindar servicio en el Martearena, cuando jugaban Boca y River. A veces se hace difícil para uno. Cuando hay problemas en la cancha, trato de apaciguar la situación con los jugadores. Es complicado estar adentro como futbolista, porque si las cosas se desbordan hay que ausmir las responsabilidades que tengo como funcionario», cuenta el defensor de los tres palos, iniciado en el club a los 9 años. Por su parte, el lateral izquierdo titular del conjunto dirigido por José Montaño, detalla su experiencia como policía en las canchas del fútbol de ascenso: «Me tocó trabajar en varios encuentros, por ejemplo en el Central Norte – Gimnasia y Tiro del año pasado, después estuve en los amistosos de pretemporada que los clubes de acá jugaron con Boca y River».

 La doble profesión tiene sus costos. En un ambiente tan poco fértil para la prosperidad económica como el fútbol de ascenso, las obligaciones y las prioridades se desvían hacia otras actividades. Sin embargo, los sueños y la esperanza de algún día progresar en el fútbol y vivir de él, todavía perduran: «A veces pienso en dedicarme exclusivamente al fútbol y dejar a un lado la policía. Hace unos años tomé la decisión de estudiar para estar en alguna fuerza, que era lo que más le gustaba a mi viejo, porque no veía al fútbol como una posibilidad de sustento. Ahora, si se da una oferta que me cierre, se analizará y se verá el tema del trabajo», asevera el cabo Mena. Del mismo modo, el agente Villanueva se atreve a ilusionarse: «Siempre jugué al fútbol, y mientras tenga la posibilidad lo voy a seguir haciendo. Uno siempre quiere llegar a clubes importantes como Central Norte, Gimnasia y Tiro o Juventud Antoniana. Igual por ahora estoy bien acá. Si llega, habrá que pensarlo en su momento».

 Espíritu amateur para una categoría amateur. Soñadores enarbolando la bandera de las ilusiones. El Federal «B» es cuna de las historias más llamativas y de los sacrificios más admirables. ¡Bendito ascenso!

 

 

 

 

 

 

 

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