Los uniformados de la Policía de La Pampa destacados para cuidar de la seguridad durante el partido entre Belgrano y Ferro, en Santa Rosa, reprimieron con inusitada violencia contra hinchas piquenses entre los que había mujeres y niños. Hasta contra las ventanillas de colectivos dispararon balas de goma.
Por Maracó Digital.
Lo ocurrido en la tarde del domingo en las afueras del estadio del Club General Belgrano fue muy grave. Y extraña que la mayoría de los medios que estuvieron allí, silenciaran el suceso o lo minimizaran de tal modo que pasó desapercibido. Es increíble incluso, que a esta altura de las épocas, la fuerza policial no encuentre otra forma de disuasión que recurrir al uso de una violencia mucho mayor que la que supuestamente quiere contener.
Porque según los datos coincidentes recogidos por este medio, la violencia se desató cuando se produjo un intercambio de piedrazos entre las hinchadas, local y visitante. Y en forma también coincidente, las víctimas relataron que la policía santarroseña inició allí mismo una violentísima y desmedida represión que alcanzó a los supuestos belicosos pero también a otros simpatizantes de Ferro que sólo cometieron el “delito” de estar allí.
Fueron numerosas las familias que asistieron con sus hijos. Y numerosos también quienes se encontraron en medio de esa represión y que fueron blanco de los perdigones de goma por sólo cruzar de una vereda a otra, sin importar que varios iban con sus hijos de la mano.
El colmo que relataron varios de los damnificados fue que esas mujeres y niños que quedaron en medio del “fuego” policial, subieron a los colectivos pensando que allí estarían a salvo y fue cuando la Policía de La Pampa abrió fuego contra las ventanillas de esos transportes, haciéndolas estallar ante la desesperación de quienes jamás esperaron un ataque tan desorbitado de quienes reciben su paga para cuidar a la comunidad.
La barbarie fue tal, que volvió a echar un grosero manto de sospechas sobre los integrantes de la institución policial, porque volvió a emparentarlos con aquellos que hasta no hace mucho desfilaron ante la justicia por sus atroces actos cometidos durante la dictadura. No crea el lector que estamos exagerando. ¿Cómo puede argumentarse algún tipo de razón o humanidad en alguien que manipula una escopeta y dispara sin miramientos hacia donde está la gente, hacia donde hay mujeres y niños?
¿Qué diferencia hay entre ambos? Los dos, antes y ahora, sólo esgrimen que cumplen órdenes. ¿Quién habrá sido el animal vestido de uniforme que dio semejante orden? ¿Quién será el jefe o el funcionario que defienda, todavía, la práctica de la violencia extrema como argumento para contener los desbordes?
Allí se había jugado la decimoquinta fecha de la Zona 1 del Torneo Federal A. Belgrano de Santa Rosa y Ferro de Pico empataron en cero.Y quienes brindaron sus relatos a MaracóDigital.net aseguraron que desde el comienzo del encuentro se pudo percibir un clima tenso. No fue otra cosa que la respuesta al primer partido, que se jugó en Pico, donde los hinchas de Belgrano se despidieron del Coloso queriendo romper el alambrado y pateando los chapones del costado de la cancha y la reja de ingreso.
Folklore del fútbol, podría decirse pese a que también es reprochable. Pero entonces, los uniformados de esta ciudad controlaron la situación sin necesidad de reprimir a nadie. En Santa Rosa, los integrantes de la barra de Ferro ingresaron varios minutos después del inicio del partido y hasta casi finalizar el primero tiempo se ocuparon de colgar sus “trapos” característicos de “La 17” y “La Banda del Bidón”.
Hubo quienes treparon los alambrados para lograr atar las banderas. Otros, simplemente se subieron para responder las señas que venían de la barra tricolor. Pero también hubo violentos que treparon la reja que separa a los visitantes de los locales y saltaron en forma provocativa, desafiando a los espectadores santarroseños, aunque sin llegar al grado de agredirse.
Cuando concluyó el encuentro, los jugadores de ambos planteles se trenzaron en un “visteo” verbal y físico sin consecuencias, pero que alcanzó para enfurecer a los “barras” de Ferro. Mientras el grueso del público piquense comenzó a retirarse, los más furiosos tironearon el alambrado. Fue cuando la policía no tardó nada en desencadenar la balacera de goma, a diestra y siniestra.
Otra vez, el diálogo coincidente de colegas periodistas que transmitieron desde la cancha de Belgrano y dirigentes de Ferro, dejó claro que los uniformados dispararon “al bulto” y aún, ratificaron que fueron numerosos los testigos que observaron impávidos como la policía tiraba sin importar si se trataba de mujeres o niños. “Cualquiera que se moviera recibía un balazo”, dijeron gráficamente.
Cuando alguno de los dirigentes de Ferro pudo preguntar por qué estaban siendo reprimidos de ese modo los simpatizantes, recibieron como respuesta que “estaban agrediendo con piedras los automóviles estacionados”.