Cámara, de Huracán Las Heras, asegura: “Lo que pasó en el Superclásico es un poroto al lado de lo que vivimos en el ascenso». Y en la previa del choque histórico de este martes (20.00) ante Boca en San Juan, el ídolo del Globo recuerda la tragedia que lo había alejado del fútbol.
Por Andrés González Casco (Diario Olé)
“Lo que pasó en el Superclásico por la Copa es un poroto al lado de lo que vivimos nosotros. Llegamos a los estadios directamente en las camionetas de la policía porque nos tiran de todo. Hay gente dentro de las canchas en los partidos. Hemos estado hasta cuatro horas encerrados en un vestuario y el gas pimienta es normal en todos los túneles. Ya estamos acostumbrados”. Parece el testimonio de alguien que describe una ciudad en estado de sitio o sumergida en una guerra, pero es la violenta realidad del ascenso argentino en palabras de Fernando Cámara, jugador de Huracán Las Heras. Y además de palpitar el inédito choque de este martes (20.00) ante Boca por los 32avos de la Copa Argentina, el volante cuenta el drama familiar que tuvo que vivir hace apenas un año y monedas, por el cual había abandonado el fútbol. “Volví porque me lo pidió mi mujer”, recuerda el ídolo del Globo.
-¿Cómo está la ciudad?
-Revolucionada, esto es una locura. Enfrentar a uno de los clubes más grandes del país es único. Estamos más acostumbrados a jugar en canchas de tierra que de césped. Somos del Ascenso y los recursos no son los mismos, pero esta es la chance de mostrarle al país lo que es Huracán.
-¿Cómo se le hace frente al equipo del Vasco?
-Hay que jugar con el corazón cuando las piernas no den más. Ellos pueden sacarnos muchísimas ventajas, pero la pasión por el fútbol es la misma y nosotros estamos mucho más motivados. No saben quiénes somos y no vienen con la motivación suficiente.
-¿Es cierto que habías dejado el fútbol?
-Sí, durante algunos meses. Volví porque me insistió mi señora, después de la tragedia que pasamos en enero del 2014, cuando falleció mi primera hija a los 6 minutos de vida. Por suerte, después vino el ascenso del Torneo del Interior al Federal B y mi mujer quedó nuevamente embarazada. Está de seis meses. Ojalá que esta vez salga todo bien y nuestro hijo se quede con nosotros.
-¿Y qué tenías pensado hacer en ese momento?
-No sé. Cuando te pasa algo así, no te interesa nada. Justo llegó la propuesta del club y mi mujer respondió por mí. Ella quería que volviera. Y le agradezco, porque pude salir adelante gracias al fútbol, por más que no pueda vivir del mismo. No me arrepiento para nada de haber vuelto a jugar.
-¿Por qué sos ídolo desde el último ascenso?
-En el primer tiempo de la final tuve un corte de ocho puntos abajo del ojo. El DT estuvo a punto de sacarme, pero me puse una curita y salí a jugar con el alma. Ibamos 2-0 abajo contra San Martín de Merlo. Hice dos goles y lo dimos vuelta. Terminamos 3-3 y ascendimos por penales. Fue dramático. No pude ni festejar porque enseguida me fui a la clínica para que me cosieran la herida, je.
-¿Te ilusionás con volver a ser héroe ante Boca?
-Todos los días. Ganarle a Boca es nuestro sueño. No es imposible. En caso de hacer un gol, se lo dedicaría a mi hija que está en el cielo.
-¿Qué es lo más bravo que te tocó vivir en una cancha de fútbol?
-El final del partido contra Argentino de Mendoza en febrero de este año, cuando los dejamos afuera en las semifinales del Federal B. La gente se nos venía encima. Terminamos en un rincón de la cancha defendidos por la Policía, a los balazos de goma. Queríamos saltar a la calle por el paredón y salir corriendo por donde se pudiera. Sentí miedo de verdad. Estamos a años luz de Primera.