Asociación del Fútbol ¿Argentino?

Por Leandro García Grivarello, periodista deportivo

Históricamente, el fútbol del interior del país ha sido denigrado y desvalorizado por el ente madre del deporte más popular de la Argentina.

La disciplina con mayor cantidad de adeptos se profesionalizó en nuestro país en el año 1931, pero recién en 1967, con la creación del Torneo Nacional, se incorporaron a las competencias oficiales de AFA clubes indirectamente afiliados a la misma, es decir, fuera de la órbita de Capital Federal y el Gran Buenos Aires (a excepción de Newell`s, Rosario Central -que fueron afiliados a AFA en 1939-, Colón y Unión –que recibieron la doble afiliación en 1943- ). Sin embargo, son contabilizados como nacionales todos los títulos desde 1891, cuando comenzó la era amateur hasta la incorporación de clubes provenientes de las distintas Ligas, cuando en realidad eran torneos de carácter regional.

Es hasta el día de hoy que las instituciones de los distintos puntos de la geografía nacional no reciben la importancia que realmente merecen. Lo que sucede en la actualidad es que las entidades del interior del país deben realizar enormes travesías para afrontar los torneos federales, ya que realizan innumerables cantidades de viajes para trasladarse de una provincia a otra, a diferencia de los equipos de la zona metropolitana, que recorren distancias muchos más escasas y subsisten en su mayoría gracias a los aportes que reciben por derechos televisivos. Los del interior, en cambio, reciben menores aportes y no son partícipes de las decisiones importantes que se toman en AFA debido a que solo están representados un minúsculo grupo de clubes y/o Ligas Regionales en elecciones presidenciales o demás resoluciones relevantes, con respecto a la enorme cantidad de electores de los equipos directamente afiliados.

Si bien es extremadamente complejo realizar una distribución equitativa de los recursos en un país de enorme diversidad como lo es el nuestro, las diferencias que existen entre los unos y los otros son inobjetables. Dicho trecho es consecuencia de la diagramación dispar de los campeonatos que comenzaron a disputarse en 1986 (tras la disolución del Torneo Nacional), ya que de los casi 60 clubes que componen los torneos metropolitanos, acceden anualmente dos a la Primera B Nacional (Segunda División), mientras que de los casi tres mil clubes que conforman los torneos federales y las 223 Ligas Regionales obtienen el pasaje a la misma igual cantidad de equipos (dos), entre otros factores que aún hoy declinan la balanza en favor de unos y detrimento de los otros. Esta desigualdad se ve reflejada en la Primera División Argentina, donde tan solo el 25% de los clubes representan al fútbol del resto del país.

Nuestro país es uno de los más centralizados del mundo, esto no es ninguna novedad. Sin embargo, esto no es motivo suficiente para que debamos acostumbrarnos a las desigualdades. ¿Es posible tener una estructura deportiva federal, inclusiva e igualitaria que abarque toda la geografía nacional? Claro que sí. De hecho, la Liga Nacional de Básquet es un ejemplo en este aspecto, ya que el 80% de los clubes participantes escapan de la órbita Capital y Gran Buenos Aires.

Debido a todo lo mencionado anteriormente, podemos afirmar que la economía de las distintas entidades del interior prosperaría considerablemente si el ente regulador actuara conforme a los intereses, y principalmente a las necesidades de las mismas. Además, aumentaría el nivel de los espectáculos, la competitividad y la infraestructura de las instituciones de manera superlativa.

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