Falucho: el club con refugio de mujeres que le dice basta a la violencia de género

La violencia de género es una de las problemáticas que más apremio y atención requieren en la actualidad. Lamentablemente, esta urgencia no suele ser correspondida como es debido. En General San Martín, Chaco, el club Falucho toma esas riendas abandonadas por desidia, arreando una lucha justiciera. Sin motor, ni tracción a sangre. A pulmón.

 

Por Julián Malek

 

Siempre ha existido, pero recién en los últimos años las voces han dejado de callar. Lo que hace antaño se condecía con el ámbito privado, hoy se traduce en un cúmulo de historias que jamás debieron quedarse entre cuatro paredes. Historias de abuso, de maltrato, de subordinación y humillación. Historias que parecen de antiquísimas filminas pero se siguen reproduciendo en 4K. Historias de mujeres que han sufrido y sufren violencia de género.

La conciencia respecto a esta problemática ha ido in crescendo en los últimos años, es cierto. Pero no basta para extinguirlo. Diversas organizaciones se han erigido con el fin de ayudar a las víctimas, así como campañas y movilizaciones, aunque no siempre alcanzan a cubrir todos los rincones de nuestro país. En General San Martín, Chaco, el club Falucho brega por hacer su aporte en esa lucha, con la instauración de un refugio de mujeres.

«Tenemos un dormitorio con todas las comodidades posibles, todo lo que puede tener un hogar o casa. La idea es que, desde el momento en que llega una persona a nuestra institución, esté acompañada; acobijada y segura, porque está en un momento vulnerable«, explica al respecto Rosa Luque, diplomada en género y sexualidades, que desde 2017 es responsable del área Mujer; Género y Diversidad.

En relación al refugio, profundizó: «Hay una habitación múltiple de cinco camas y tiene baños. Nos estaría faltando una cocina, pero hasta ahora lo hacemos de manera informal«. Además, explicó que tienen «equipo de operadoras y operadores formados en perspectiva de género, y uno interdisciplinario para darle contención psicológica desde el momento que llega (la víctima). También tenemos abogado para asesoramiento legal«.

«Desde el momento que llega tratamos de darle la atención que necesita. El ser humano se relaciona, por lo que enseguida se crea ese vínculo familiar, y es lo que esa persona necesita en ese momento. Desde el momento de la denuncia, la primer medida es la prohibición de acercamiento. También está la aplicación de botones antipánico. No tenemos aquí, pero sabemos que es una de las medidas para resguardar la integridad de esa persona«, prosiguió Rosa.

En cuanto a cómo nació la iniciativa, indicó: «La realidad, necesidad y urgencia hizo que, si bien estamos trabajando hace mucho tiempo con la temática de violencia de género, acá en General San Martín no hay una institución o lugar donde atender o contener. Lo veníamos haciendo de manera voluntaria. Viendo esto propuse a la comisión directiva, quienes adhirieron al momento y sin dudar, generar un espacio para albergar a mujeres víctimas de violencia de género. Necesitábamos un lugar en San Martín y no lo teníamos. Surgió en función de una emergencia«.

A pesar de la naturaleza altruista de su obrar, Rosa comentó que «desde el estado municipal, provincial o nacional no tenemos ayuda. La hemos buscado y tienen conocimiento de nuestra existencia, pero tal vez sus intereses estén por otro lado«. En esa misma línea, expresó: «Al municipio hemos enviado proyectos de creación del área mucho tiempo atrás. Consideramos que necesitamos un espacio donde las mujeres podamos reunirnos y discutir las oportunidades y derechos que nos faltan. Ante la negativa del estado municipal no nos quedamos con eso, seguimos trabajando humildemente desde nuestro espacio a fuerza de pulmón«. Sobre esto último, evidenció que para mantener el refugio están «vendiendo pollos y facturas. Es la forma en que lo sostenemos aún hoy, y la gente siempre acompañó. Sino no lo hubiéramos podido tener«.

Hoy en día tienen huéspedes, según los propios dichos de Rosa Luque: «Actualmente tenemos dos mujeres. Una de 73 años, que desde la Secretaría Municipal de la Mujer están trabajando para trasladarla a un hogar de adultos mayores, y una mamá de El Colorado, Formosa, con dos niños. Llegó a nuestra institución por motivo de violencia, y llevamos 12 días que no podemos devolverlos a su ciudad por los protocolos«.

Sobre el rol de los clubes en esta temática, aseguró: «Es importante que todos los clubes tengan esa área y espacio de inclusión, abierto, donde todas las personas que quieran estar lo puedan hacer. Fuimos criados con que los clubes eran lugares varoniles. Si queremos una sociedad con oportunidades para todos; todas y todes, tienen que generar que las mujeres tengan su espacio no solo como espectadoras, sino dentro de la institución. En comisión directiva; como jugadora; como generadora de otros espacios. Que tengamos participación natural, sin prejuicio de inferioridad«.

Finalmente, tras mencionar que «la estadística nos indica que el número de víctimas en esta pandemia aumentó de manera considerable«, concluyó: «La violencia y discriminación está en todos lados. Nuestro compromiso como militantes sociales nos lleva a ocuparnos de la problemática. Hay que hacerse cargo de que el problema existe«.