Con un toque de “calidad” de Rodrigo Acosta y un golazo de Diego Ramírez, el aurinegro venció 2-0 a Villa Mitre y es otra vez líder absoluto de la Zona 1 del torneo Federal A.
“Los clásicos, siempre, hay que ganarlos”, repitió Luis Vila en cada nota periodística que brindó minutos después del triunfo de Olimpo sobre Villa Mitre, con especial énfasis en el “siempre”, por si algún desmemoriado necesitaba sacar cuentas para saber que el aurinegro ganó los dos enfrentamientos de este Federal 2024 y que de los últimos 4 duelos, cantó victoria en tres y el otro fue empate.
Suelen decir, aquellos que creen que el fútbol tiene más lógica que desatinos, que este tipo de encuentros se definen por “detalles”, y enseguida ponen el foco en los errores, en una desconcentración colectiva, en un pase mal dado o en una marca mal tomada en alguna pelota parada ejecutada por el rival.
Sin embargo, existen otros pormenores, esos que ven todos los que siguen, hipnotizados, el viaje de la pelota, y otros que suelen ser “invisibles a los ojos”.
En eso voy a hacer hincapié para explicar el 2-0 del aurinegro sobre el tricolor, porque hay una particularidad táctica y una majestuosidad de su capitán para que el dueño de casa destrabe un cotejo de trámite soez, se quedé con el derby N° 28 –en competencias superiores a la Liga del Sur– y pueda volver a la cima de la Zona 1, dejando un punto abajo a Germinal, que a la mañana solo pudo igualar 0-0 con Kimberley.
Hasta el primer gol, a los 30 minutos del segundo tiempo, la visita había mostrado los mejores modales en un cotejo con roces bien emparentados a la lucha libre, un arbitraje donde los retos y las charlas grupales tuvieron más preponderancia que el silbato y en una cancha con el piso al límite: blando, con barro en las esquinas y desparejo en algunos sectores.
La Villa, con dibujo similar a su contrincante (4-1-3-2), se plantó lo más arriba que pudo en el terreno, salió con mayor velocidad de la maraña de piernas que hubo en el medio y mostró más frescura que un elenco local que, con viento a favor en la etapa inicial, no tuvo conexión entre las líneas
Los de Mungo apostaron a lo que mejor les sale: envió largo, segunda pelota, control, toques cortos e incursión en el área para ponerse mano a mano con el arquero.
La tuvieron Maxi López y Cérica, por eso reitero: por situaciones claras de pregol, en ese ping-pong de opciones que se pudieron contabilizar con los dedos de una mano, el forastero también fue más que su adversario en un primer segmento caliente y plagado de interrupciones.
Es más, hasta creo que las ceremonias del referí cordobés César Ceballos (sin fallos que incidan en el resultado), las explicaciones que intentó dar pero a las que nadie le llevó el apunte, ese pretexto de querer “curar” con el diálogo y no con el reglamento, cansó más a Villa Mitre que a Olimpo.
El aurinegro, que solo se ilusionaba con chispazos, no podía arrancar y miraba a Molini a los lejos. Mejoró con los ingresos de Vila y Araujo, es cierto, pero necesitaba cambiar, que algún jugador pueda leer la parte gruesa de lo que ofrecía el trámite sin esperar a que el DT, Pedro Llorens, siga buscando soluciones relojeando al banco más que otras veces.
Por decisión propia, por lo que se vio, Rodrigo Acosta bajó unos metros, se puso a la par de Diego Ramírez y, teniendo siempre el arco de enfrente, encontró el camino hacia el tesoro.
Porque si hablamos de detalles, la jerarquía muchas veces puede más que la razón, que ese convencimiento al que está aferrado un equipo y, porque no, cuenta con un poder supremo para romper cualquier rutina: de enganche, el “Colo” le metió un pase magistral a Larrea (ya de volante por la izquierda), quien definió con Manchafico encima; la bola hizo una parábola, pasó por arriba de Molini e Ihitz no la pudo sacar pese a que intentó con la cabeza y arrodillado en el suelo.
Al ratito, Diego Ramírez, desde 30 metros, la calzó de volea para convertir un golazo interplanetario, esos que van a seguir dando vueltas por la historia olimpiense de acá a la eternidad.
Los hinchas salieron inyectados, comenzaron a cantar y a saltar identificados con otra muestra de carácter y de audacia, a seguir creyendo en ese ser supremo llamado Acosta, que cuando no la mete, la pisa, la amasa y hace jugar a un equipo que, más allá de no lucir, entiende perfectamente que hay momentos que se deben saber aprovechar.
Villa Mitre fue más, pero Olimpo lo dejó a “gamba” otra vez. Jugando mal o bien, tal vez eso sea lo que menos importe, porque, en definitiva, el “Tanque” Vila tiene razón: “los clásicos, siempre, hay que ganarlos”.
La síntesis
Olimpo 2 (4-1-3-2)
M. García 6
F. Pérez 5
Fleita 6
Osinaga 6
Paredes 6
S. Fernández 5
Larrea 6
D. Ramírez (c) 7
Coacci 4
R. ACOSTA 8
Cácares 5
DT: Pedro Llorens
Villa Mitre 0 (4-1-3-2)
Molini 4
Dauwalder 5
Manchafico 5
Mancinelli 6
Ihitz 5
Fabello 6
Pettinerolli 3
E. González 6
M. López 6
Jara 6
Cérica 5
DT: Carlos Mungo
PT. No hubo goles.
ST. Goles de Larrea (O), a los 30m. y D. Ramírez (O), a los 34m.
Cambios. 61m. Araujo (6) por Coacci y Vila (6) por Cáceres, 74m. E. García por S. Fernández y 88m. Di Buo por Larrea y Segovia por R.. Acosta, en Olimpo; 65m. Avila (5) por M. López, 72m. Schiavoni por Pettineroli y 80m. Tanner por Ihitz y Vivani por Fabello, en Villa Mitre.
Amonestados. S. Fernández (5m.), Cáceres (56m.) y Paredes (87m.), en Olimpo; E. González (11m.), Jara (14m.), Ihitz (21m.), Manchafico (77m.), Vivani (81m.) y Mancinelli (94m.), en Villa Mitre.
Arbitro. César Ceballos (5).
Cancha. Olimpo (6).
FUENTE Y FOTO: LA NUEVA