En medio de una noche accidentada, con corte de luz incluido, el Cervecero volvió a ganar y sigue puntero.
Nada parece poder apagar este arranque positivo de Quilmes en el campeonato. Pese a que el Estadio Centenario sufrió su primer corte de luz de la historia, el elenco dirigido por Leonardo Lemos se repuso al parate, sacó ventajas en momentos claves del encuentro y terminó quebrando merecidamente a un golpeado All Boys, que consiguió marcar su primer tanto en el certamen pero siguen en el último lugar. Los tres puntos mantienen al QAC en la cima de la tabla.
Por momentos son chispazos colectivos de buen manejo de pelota, en otros las virtudes son individuales y eso, sumado a un gran desgaste colectivo de cara al sacrificio y la voluntad más buenas fortalezas defensivas lo ponen al QAC en una posición de privilegio en este primer tramo de la Primera Nacional.
Frente a un de los conjuntos más flojos de la zona, el Cervecero consiguió mostrarse superior pese a baches y errores que no le permitan jugar con tranquilidad y ganar en seguridad plena, pensando en sus posibilidades u objetivos en esta temporada. Por lo pronto, le sirve para continuar sumando una buena cantidad de puntos.
Los de Floresta asustaron de movida, pero lentamente se fueron apagando a partir de sus propias incapacidades. Eso y un Quilmes que empezó a acomodarse mejor en el encuentro. El corte de luz lo pinchó, pero un tremendo gol quebraría cierta monotonía: Alana Alegre agarró la lanza, empezó a avanzar a posiciones ofensivas, cuando llegó al área descargó en Leandro Gonzalez y éste, en vez de devolver el balón, decidió ejecutar por cuenta propia, clavando el baló en el ángulo.
La alegría le duraría poco al QAC porque minutos más tarde, All Boys se haría fuerte en un tiro de esquina y con un buen movimiento corporal, Facundo Parra metería un fuerte cabezazo para poner las cosas igualadas de nuevo y empezar a pensar en que la historia cambie en el tramo complementario.
Una mala salida del fondo, cuando le devolvieron llovida la pelota al arquero Pucheta, derivó en una tonta falta que generaría el penal de la noche. Prost ejecutó bien para ponerla contra el palo y sacar una ventaja importante, cuando al Cervecero le costaba generar peligro. Después de retrasarse demasiado en el campo, tuvo la fortuna de encontrarse con un rival incapaz de hacerse fuerte en ofensiva y de a poco volvió a soltarse…
Hasta que llegó el tercer tanto: Abel Masuero se quedó con un rebote después de un tiro de esquina y fusiló por lo bajo. Ese gol fue sentencia absoluta para la visita y los de Lemos comenzaron a crecer, al punto de toparse con varias opciones para transformar el triunfo en goleada. No pudo ser, pero lo importante ya estaba hecho.
Hay una idea y una intensión y eso, sumado al contagio general y el interés de un grupo de luchar durante los noventa minutos, le metieron a Quilmes en un lugar de privilegio. Quizás impensado, pero totalmente real.