La joven está viviendo un sueño que la mantiene muy ilusionada: forma parte del plantel de Independiente de Avellaneda y arrancó el torneo de titular convirtiéndose en autora de un gol para darle la victoria a su equipo ante Comunicaciones.
Tenía tan solo seis años cuando le pidió a su papá que la lleve a un club para jugar a la pelota. Fue Sportivo Mercedes el que la recibió más allá de no contar con equipo femenino, aunque este motivo no fue relevante para la jugadora que asegura guardar los mejores recuerdos de todos esos años. Allí estuvo hasta los 12 años, etapa en la que la liga provincial no aceptaba mujeres en un equipo de hombres.
Pasaron 10 años de aquel momento y optó por volver a jugar. Colegiales fue el club que le abrió las puertas: «No sé por qué dejé de jugar tanto tiempo, me arrepiento».
Hay quienes creen en la suerte, otros afirman que cada uno tiene su destino marcado. Sea lo que fuere, Valentina conoció a la persona que le daría oportunidad de probarse en los clubes grandes de Argentina.
La pandemia estorbó un poco las cosas al no permitirle trasladarse desde Villa Mercedes hacia Buenos Aires, pero lejos de bajar los brazos, la jugadora del «Rojo», esperanzada siguió consejos, confió en lo que sentía y así fue como llegó a cumplir un sueño que aún le cuesta creer, tal como ella expresó.
La trayectoria de Valentina, una historia atípica llena de esfuerzo, esperanzas, talento y mucho fútbol.