Valioso triunfo de Olimpo sobre Agropecuario

OLIMPO 1-0 AGROPECUARIO

 

Olimpo reanudó su accidentado y sufrido camino en la B Nacional tal cual le exigía su conciencia, su espíritu y su corazón: ganando.

Con mayor poder mental y futbolístico, venció 1-0 a Agropecuario y, aunque los tres puntos no le permitieron abandonar el casillero rojo del descenso, la mayor alegría y la gran satisfacción del mundo aurinegro pasan porque el proyecto Broggi, de tan sólo 12 fechas, nació bien.

Costó, pero consiguió un triunfo que mereció de principio a fin, a lo largo y a lo ancho, de norte a sur.

En un campo de juego descolorido y desparejo, el dueño de casa entró pensando más en sí mismo que en lo que podía hacer el rival.

Con presión alta y un atosigamiento constante, la misión local consistió en recuperar rápido el balón, romper juego por los costados y volcar centros al área.

Aunque la mayoría de las veces, el representante bahiense pecó de ansioso y precipitado. Algunas veces rifó avances premonitorios y en otras le faltó conexión en el último toque a la red.

Aún sabiendo que no estaba fino ni del todo bien, en el segundo tiempo Olimpo fue jefe, patrón y señor.

Con Graciani filoso y De Iriondo ordenando el tránsito de ida y de vuelta, el dueño de casa fue a matar o morir. Sin pimienta, sin punch, pero con el amor propio a flor de piel.

Insistió tanto con los centros, que por es a vía tenía que llegar al gol. El envío fue de Iberbia y el cabezazo salvador, en plena área chica,  lo cristalizó el menos pensado en una segunda jugada: Orozco.

Olimpo le ganó a sus propios nervios. Está vivo, con la ilusión intacta y una única palabra grabada en razón y en su alma: salvación.

 

SÍNTESIS

OLIMPO (1): Holgado; Lacunza, Sánchez, Orozco, Iberbia; Graciani, Vega, De Iriondo, Llambay; Rodríguez y Vidal. DT: Darío Bonjour.

AGROPECUARIO (0): Salort; Gómez, Parnisari, Vesco, Colela; Narese, Papa, Blanco, Caballucci; Gagliardi y Klusener. DT: Felipe De la Riva.

GOL: ST 35m Orozco (O).

CANCHA: Olimpo.

ÁRBITRO: Sebastián Mastrángelo.

 

Fuente: La Nueva